En Finlandia, el baño en la sauna se ha practicado durante siglos, ya sea por placer, pero sobre todo también por razones de higiene y mantenimiento de la salud. Se han atribuido muchos efectos curativos y mágicos a su práctica y rara vez se ha pensado que cause alguna enfermedad.

El beneficio de la sauna radica en el aumento de las temperaturas. La terapia de calor tiene muchos beneficios para la fisiología humana. El calor estimula los receptores sensoriales de la piel, disminuyendo la transmisión de señales de dolor al cerebro para aliviar el malestar, y aumenta el flujo de oxígeno y nutrientes a los músculos, ayudando a curar el tejido dañado a través de mecanismos termorreguladores. Estudios anteriores también han demostrado una asociación entre el estrés térmico controlado y el aumento de la función cardiovascular. En consonancia con estos hallazgos, también se ha sugerido que la terapia de calor puede mejorar la función microvascular.

Existen diferentes formas de aplicar la terapia de calor, como el uso de calor seco o la inmersión en agua caliente en jacuzzis. Sin embargo, el uso del calor seco a través de la exposición a la sauna caliente ha ido ganando popularidad, especialmente después de que se haya demostrado que alivia afecciones agudas y crónicas como el asma, los dolores de cabeza, la incidencia de los resfriados y otros trastornos broncoconstrictivos relacionados.

Ahora, puede haber pruebas que apoyen un beneficio más de ir a la sauna: una disminución del riesgo de presión arterial elevada. Algunos estudios anteriores han sugerido que los niveles de presión arterial son más bajos entre las personas que viven en un clima cálido y los cambios en la temperatura ambiente pueden verse paralelamente en los niveles de presión arterial. Una investigación reciente también sugiere que el riesgo de desarrollar una presión arterial elevada era casi un 50% menor entre los hombres que se sometían a una sauna de cuatro a siete veces por semana, en comparación con los hombres que se bañaban en la sauna sólo una vez a la semana.

El Estudio de Factores de Riesgo de Cardiopatía Isquémica de Kuopio incluyó a 1.621 hombres de mediana edad que vivían en el este de Finlandia. En el estudio, los hombres se dividieron en tres grupos en función de sus hábitos de baño en la sauna: los que tomaban la sauna una vez a la semana, los que iban de dos a tres veces a la semana y los que iban de cuatro a siete veces a la semana. Tras excluir a las personas que ya tenían hipertensión al principio del estudio, durante un seguimiento medio de 22 años, el 15,5% de los hombres desarrollaron hipertensión clínicamente definida. El riesgo de hipertensión disminuyó un 24% entre los hombres que frecuentaban la sauna de dos a tres veces por semana, y bajó un 46% entre los hombres que se bañaban en la sauna de cuatro a siete veces por semana.

Como la hipertensión es uno de los factores de riesgo más importantes de las enfermedades cardiovasculares, este estudio sugiere que la reducción del riesgo de hipertensión podría ser un posible mecanismo mediador del efecto beneficioso de la sauna sobre el sistema cardiovascular.

«El calor estimula los receptores sensoriales de la piel, disminuyendo la transmisión de señales de dolor al cerebro para aliviar el malestar, y aumenta el flujo de oxígeno y nutrientes a los músculos, ayudando a curar el tejido dañado a través de mecanismos termorreguladores.»

Se descubrió que el baño en la sauna puede disminuir la presión arterial sistémica a través de una serie de mecanismos biológicos. En la sauna, la temperatura corporal puede aumentar hasta 2°C, lo que provoca una vasodilatación. Los baños regulares en la sauna también mejoran la función de la capa interna de los vasos sanguíneos -también conocida como función endotelial-, lo que tiene efectos beneficiosos sobre la presión arterial sistémica. La sudoración, a su vez, elimina líquido del cuerpo y también contribuye a disminuir los niveles de presión arterial. Además, la relajación general del cuerpo y la mente al someterse a un baño de sauna también puede contribuir a reducir la presión arterial sistémica.

Para prevenir la hipertensión, se recomienda reducir la salinidad de la dieta, aumentar el ejercicio y, si es posible, prestar atención al control del peso. Sin embargo, la práctica regular de las saunas finlandesas ejerce una gran cantidad de effectos positivos para la salud que van más allá del sistema cardiovascular, y se asocia no sólo con una reducción de la mortalidad cardiovascular sino también de la mortalidad por todas las causas. Combinar el baño en la sauna con la actividad física regular parece ser un medio especialmente atractivo para potenciar los effectos de estas medidas de estilo de vida.

Imagen destacada: Bath by kathrina5. CC0 dominio público vía .

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