- La terapia cognitivo-conductual (TCC) es un tratamiento eficaz para el trastorno de ansiedad social. (B)
- La medicación también ayuda a los pacientes con trastorno de ansiedad social a llevar una vida más funcional. (B)
Fuerza de recomendación (SOR)
- Evidencia orientada al paciente de buena calidad
- Evidencia orientada al paciente inconsistente o de calidad limitada
- Consenso, práctica habitual, opinión, evidencia orientada a la enfermedad, series de casos
Janice L, de 41 años, acude a la consulta de su médico quejándose de que «se siente ansiosa todo el tiempo» en su trabajo en un banco local. Le dice que ha sido tratada por depresión en el pasado, aunque actualmente no está tomando ningún antidepresivo. Cuando el médico hace una historia más completa, se da cuenta de que su consumo de alcohol parece un poco excesivo. Su comportamiento, que antes había atribuido a la «timidez», se hace evidente. Comienza a sospechar que su paciente es algo más que «tranquila y sin pretensiones» y que, de hecho, puede estar sufriendo un trastorno de ansiedad social.
Para confirmar sus sospechas, se excusa para recuperar un artículo que había guardado sobre el tema, en el que se identifica una herramienta de detección rápida del trastorno de ansiedad social.1 A continuación, pide a su paciente que valore las siguientes afirmaciones en una escala de 0 a 4, siendo 0 «nada» y 4 «extremadamente presente»:
- El miedo a la vergüenza hace que evite hacer cosas o hablar con la gente.
- Evito las actividades en las que soy el centro de atención.
- Ser avergonzado o parecer estúpido son algunos de mis peores miedos.
Sus sospechas se confirman cuando puntúa con un 10 -muy por encima del 6 que es altamente sugestivo de trastorno de ansiedad social.
Un trastorno debilitante que es demasiado común
La ansiedad social, también conocida como fobia social, es el trastorno de ansiedad más común, y es el tercer trastorno psiquiátrico más común después de la depresión y la dependencia del alcohol.2 El estudio Epidemiological Catchment Area reveló que entre el 2% y el 4% de la muestra padecía ansiedad social, con una prevalencia a lo largo de la vida del 2,8%. Otros estudios han descubierto que hasta el 10% de la muestra padece ansiedad social cuando se utiliza una entrevista diagnóstica más adecuada.3-5 Asimismo, Kessler et al. realizaron un estudio en el que se investigaba la prevalencia de los trastornos del DSM-IV y concluyeron que el 6,8% de toda la muestra padecía un trastorno de ansiedad social.6
La diferencia entre el trastorno de ansiedad social y la timidez en los niños es que la ansiedad social debilita la capacidad del niño para crecer y desarrollarse socialmente de forma adecuada. Mientras que los niños con y sin trastorno de ansiedad social pueden sentirse incómodos con adultos desconocidos, los niños con este trastorno también se sentirán incómodos en un entorno de compañeros con niños desconocidos de su edad. Los niños con ansiedad social pueden expresar su malestar a través del llanto, las rabietas o la congelación de la situación social. Para que el niño cumpla todos los criterios de ansiedad social, la duración de los síntomas debe abarcar al menos 6 meses.17
El trastorno de ansiedad social se caracteriza por un miedo persistente y debilitante a la interacción social en el que los pacientes temen las evaluaciones negativas de los demás. Como resultado, estos pacientes pueden tener problemas para establecer y mantener relaciones sociales, lo que puede dar lugar a un estilo de vida especialmente aislado y deprimido.7
Existen dos subtipos de trastorno de ansiedad social:
- La ansiedad social generalizada suele ser más grave y más generalizada y, por tanto, más incapacitante para los pacientes. La mayorÃa de los pacientes atendidos por la comunidad médica suelen presentar este subtipo del trastorno.
- La ansiedad no generalizada (también conocida como fobia social especÃfica o discreta) es la menos común y suele incluir un miedo asociado a una o unas pocas situaciones especÃficas.
Aunque es menos probable que la ansiedad no generalizada provoque un deterioro grave en la vida del paciente, aún asà puede provocar un bajo rendimiento en la escuela o el trabajo.8 No obstante, los pacientes con ansiedad social sólo para hablar en público tienen más probabilidades de recuperarse espontáneamente, mientras que los pacientes con ansiedad social generalizada rara vez se recuperan espontáneamente del trastorno.
Los dos subtipos también difieren en su origen. La ansiedad social generalizada -en la que se centra este artículo- es significativamente más frecuente entre los familiares que también padecen el trastorno, mientras que los pacientes con trastorno de ansiedad social no generalizado no tienen necesariamente familiares con esta afección.9
La «timidez» en la infancia que a menudo se pasa por alto
La ansiedad social es un trastorno que dura toda la vida y que puede comenzar ya en la infancia, aunque a menudo se describe como un inicio a los 13 años. A esta edad, sin embargo, la ansiedad social suele confundirse con la timidez extrema y, por lo tanto, no se trata.10 (Véase «Distinguir la timidez de la ansiedad social en los niños»,)
Pasar por alto la timidez en un paciente tan joven es especialmente problemático, ya que la evitación que caracteriza al trastorno de ansiedad social puede dar lugar a una pérdida de oportunidades para adquirir las habilidades sociales que se necesitan para facilitar la transición de la adolescencia a la edad adulta. Esta pérdida relativa de habilidades sociales suele facilitar el desarrollo de la disfunción social característica de esta enfermedad.11 Con el paso del tiempo, los afectados acaban acostumbrándose a sus miedos y crean un modo de vida que se adapta a ellos.