Las enfermedades autoinmunes son un misterio. Científicos de todo el mundo, incluidos los que trabajan en Genentech, trabajan continuamente para encontrar una respuesta a la pregunta: ¿qué hace que el cuerpo se vuelva repentinamente contra sí mismo? Aunque no hemos encontrado una respuesta, a continuación hemos expuesto algunos de los conocimientos adquiridos a lo largo de los años, así como enlaces a trabajos más específicos que hemos realizado (para una introducción a las enfermedades autoinmunes, consulte Enfermedades Autoinmunes 101).

Mapeo de las enfermedades autoinmunes

Un componente clave para entender las enfermedades autoinmunes es identificar las vías celulares y los procesos moleculares que se interrumpen como parte de la enfermedad. En otras palabras, ¿dónde se cruzan las señales a nivel celular que hacen que un sistema inmunitario sano ataque al organismo? Se ha determinado que los linfocitos B, los linfocitos T, las citocinas y las quinasas desempeñan un papel crucial en las enfermedades autoinmunes, y el conocimiento de sus vías de señalización erróneas se ha utilizado para desarrollar tratamientos que inhiben o suprimen la enfermedad.1,2

Los linfocitos B, un tipo de glóbulo blanco, son uno de los principales componentes del sistema de defensa inmunitario del organismo, que combate las infecciones y los cuerpos extraños. En las personas con un sistema inmunitario normal, los linfocitos B ayudan a detectar los antígenos extraños y producen anticuerpos para bloquearlos y hacerlos inofensivos. Los linfocitos T son otro tipo de glóbulos blancos que atacan a los invasores del organismo.2 Pero a veces este sistema de defensa se descontrola y, en lugar de combatir los antígenos extraños, el organismo envía una cascada de reacciones inmunitarias contra sus propios tejidos. Esta respuesta inmunitaria hiperactiva puede dar lugar a enfermedades autoinmunes como la vasculitis y el lupus.2

Género

En Estados Unidos, el 75% de los afectados por enfermedades autoinmunes son mujeres, muchas de ellas en edad fértil.1 Algunas enfermedades autoinmunes afectan principalmente a las mujeres, como la artritis reumatoide (AR), que afecta a tres veces más mujeres que hombres, y el lupus eritematoso sistémico (LES), comúnmente conocido como lupus, en el que el 90% de los afectados son mujeres.1,3 Aunque hay algunas enfermedades autoinmunes que afectan a hombres y mujeres por igual, no hay ninguna que afecte principalmente a los hombres. Además, se ha demostrado que la menopausia y el embarazo tienen un impacto en las enfermedades autoinmunes, tanto positivo como negativo.3,4 No es de extrañar que se haya dedicado una cantidad significativa de investigación a esta cuestión, y que se haya apoyado la hipótesis de que las hormonas desempeñan un factor.

Genética

La relación entre la incidencia de las enfermedades autoinmunes dentro de una misma familia, y el hecho de que algunas enfermedades autoinmunes sean más prevalentes en ciertas poblaciones, ha llevado a los científicos a explorar el vínculo genético de las enfermedades autoinmunes.4 Por ejemplo, la arteritis de células gigantes (ACG), que suele desarrollarse después de los 50 años, es más común en personas de ascendencia europea del norte; el LES se da casi exclusivamente en mujeres, y es más común en mujeres de ascendencia afroamericana, hispana y nativa americana; el pénfigo vulgar (PV) es más probable que afecte a los de ascendencia mediterránea.4,5

También se ha identificado la predisposición familiar dentro de las enfermedades autoinmunes, especialmente en la AR y el LES, aunque curiosamente no siempre se trata de la misma enfermedad.4,6 Una mujer cuya madre tiene AR puede desarrollar LES.1 Comprender el papel de la genética de la población y la autoinmunidad familiar puede ayudar a predecir y prevenir el desarrollo de la enfermedad, y a adaptar o personalizar la medicina en las enfermedades autoinmunes.4

Factores ambientales/de estilo de vida

Las investigaciones también han indicado que los factores ambientales y de estilo de vida pueden desempeñar un papel importante en el desarrollo y la progresión de las enfermedades autoinmunes.7 Por ejemplo, un estudio entre gemelos en el que se examinó la diferencia entre un gemelo afectado por una enfermedad autoinmune y su homólogo no afectado demostró que el tabaquismo está fuertemente correlacionado con el desarrollo de la AR y otras enfermedades autoinmunes.8 Otros estudios sugieren que quienes viven en un entorno urbano son más susceptibles de desarrollar una enfermedad autoinmune tras la exposición a diversos contaminantes. Al igual que el tabaquismo, el aire contaminado y las sustancias químicas que suelen estar presentes en las ciudades pueden inducir la inflamación de los pulmones y la irritación del sistema inmunitario. Y una investigación realizada por una agencia gubernamental estadounidense ha vinculado la exposición a determinadas sustancias químicas y disolventes con el desarrollo de algunas enfermedades autoinmunes.7 Por razones desconocidas, la prevalencia de las enfermedades autoinmunes está aumentando, lo que ha llevado a conjeturar que existe un vínculo medioambiental.7

Aunque los científicos han encontrado muchos factores que pueden desempeñar un papel en el desarrollo de las enfermedades autoinmunes, y el consenso es que una combinación de factores genéticos y ambientales desempeña un papel en el desencadenamiento de las enfermedades autoinmunes, todavía no sabemos exactamente por qué se desarrollan.1 Con más de 80 enfermedades autoinmunes, es poco probable que alguna vez haya una respuesta única. Es necesario seguir investigando para comprender mejor los factores que conducen a estas enfermedades, lo que a su vez podría dar lugar a directrices de prevención u opciones de tratamiento para las enfermedades autoinmunes.

Lea más sobre lo que hemos estado trabajando para obtener una mejor comprensión de las enfermedades autoinmunes:

  • Desde la visión hasta el inhibidor
  • Una década de trabajo
  • ¿Son los biomarcadores el futuro del tratamiento de la AR?
  • Poniendo la «B» en reumatología

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