Zona de fractura submarina, lineación submarina larga, estrecha y montañosa que generalmente separa crestas del fondo oceánico que difieren en profundidad hasta en 1,5 km (0,9 millas).
Las zonas de fractura más grandes, en el Pacífico oriental, tienen varios miles de kilómetros de longitud, de 100 a 200 km (60 a 125 millas) de ancho y poseen varios kilómetros de relieve vertical. Cada zona de fractura del Pacífico es en realidad un complejo de crestas y depresiones intermedias de cientos de kilómetros de largo y decenas de kilómetros de ancho. Numerosas zonas de fractura más cortas en el Atlántico están íntimamente asociadas a la Dorsal Mesoatlántica. En los océanos Atlántico y Pacífico, las zonas de fractura son casi paralelas, con una tendencia casi este-oeste. La batimetría del océano Índico no ha sido tan estudiada, pero se han delineado allí varias zonas de fractura norte-sur comparables a las características del Pacífico oriental.
Los fondos oceánicos poseen patrones rayados notablemente regulares de variaciones en la intensidad magnética, mostrando una sorprendente simetría de imagen de espejo a través de los ejes de las dorsales o elevaciones. Los desplazamientos aparentes de las crestas de las dorsales a lo largo de las zonas de fractura se duplican con los desplazamientos de las franjas magnéticas. Frente a Norteamérica, el fondo marino del Pacífico carece de una dorsal oceánica media, pero allí las bandas magnéticas también aparecen desplazadas, hasta en 1.175 km (730 millas) a lo largo de la zona de fractura de Mendocino. Los terremotos no se producen a lo largo de las zonas de fractura, excepto cuando se desplazan de un eje de cresta oceánica.
Las relaciones entre las zonas de fractura y los fenómenos magnéticos y sísmicos pueden explicarse mediante la teoría de la tectónica de placas (q.v.), especialmente en términos del mecanismo de propagación del fondo marino. Según esta teoría, las elevaciones y dorsales oceánicas son centros de propagación a lo largo de los cuales el material volcánico del manto terrestre asciende continuamente y se emplaza en forma de losas verticales sucesivas. A medida que cada placa se solidifica y se enfría, los minerales magnéticos de la nueva corteza oceánica se magnetizan de acuerdo con la orientación y la alineación predominantes del campo magnético fluctuante de la Tierra. La losa recién formada se divide continuamente a lo largo del centro de propagación, y las mitades se convierten en partes integrantes de dos placas rígidas que se alejan la una de la otra. Así, la parte de una zona de fractura a lo largo de un eje de cresta desplazado es un límite de falla entre las placas en movimiento opuesto y se denomina falla de transformación cresta-cresta. El movimiento diferencial a lo largo de una falla de transformación coincide con los movimientos de la falla determinados por los análisis sísmicos. El movimiento diferencial y los terremotos no se producen más allá de un desplazamiento porque las zonas del fondo marino a ambos lados de la zona de fractura en tales localidades son partes de placas litosféricas únicas con movimiento unificado.