Recurso de uso común, recurso que se pone a disposición de todos mediante el consumo y cuyo acceso sólo puede limitarse a un alto coste. Algunos ejemplos clásicos de recursos de uso común son la pesca, los bosques, las cuencas submarinas y los sistemas de riego.

Los recursos de uso común son susceptibles de ser utilizados en exceso y, por tanto, son propensos a las «tragedias de los comunes», que se producen cuando entran en conflicto los intereses individuales y los del grupo. En el caso de la pesca, los pescadores se enfrentan a la tentación de capturar tantos peces como sea posible, porque si no lo hacen ellos, lo hará otro. Colectivamente, esto conduce a una tragedia de los comunes, aunque nadie lo haya pretendido y todos se den cuenta de que estarían mejor si lo evitaran.

Sin embargo, la predicción que hace el modelo de la tragedia de los comunes es que los intereses de los individuos siempre estarán por encima de los del grupo y, por ello, no cooperarán para idear soluciones a las tragedias. En la década de 1980, los estudiosos cuestionaron esta afirmación. Como resultado, surgió una teoría sobre los recursos de uso común.

La primera generación de investigación sobre los recursos de uso común centró sus esfuerzos en la identificación de sistemas de recursos en los que se habían evitado con éxito las tragedias de los bienes comunes. Encontraron una variedad de acuerdos institucionales comunes a todos los casos exitosos y ausentes en los que fracasaron. Los casos variaban en función de la cultura y el tiempo, y el número de acuerdos institucionales encontrados era numeroso. La mayoría de ellos, sin embargo, tenían como objetivo regular la acción individual a través de reglas que los usuarios acordaban respetar para que todos los usuarios pudieran tener en cuenta los beneficios y costes sociales del uso del recurso de uso común. Aunque las reglas específicas que se adoptan para gobernar un recurso de uso común son muy numerosas, los estudiosos han identificado siete grandes categorías de reglas según su función: reglas de límites, reglas de autoridad, reglas de posición, reglas de alcance, reglas de agregación, reglas de información y reglas de retribución. La taxonomía de las reglas ha ayudado a los estudiosos a entender que las reglas tienen una naturaleza configuracional. Mientras que algunas configuraciones de reglas tienden a resultar en tragedias, otras pueden lograr diferentes resultados políticos.

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Mientras que la ola inicial de investigación permitió identificar los arreglos institucionales que se relacionan con el surgimiento y la sostenibilidad de la acción colectiva para la gobernanza de los recursos de uso común, los estudiosos centraron posteriormente sus esfuerzos de investigación en encontrar las relaciones causales entre esos arreglos institucionales previamente identificados.

En las décadas que siguieron al surgimiento del proyecto de los recursos de uso común a mediados de la década de 1980, el estudio de los recursos de uso común se convirtió en un campo en sí mismo. Tras años de investigación, algunas de las lecciones más sustanciales incluyen el reconocimiento de que (1) el modelo de la tragedia de los comunes es limitado; (2) la autonomía para diseñar y cambiar las reglas, la capacidad de los usuarios de los recursos para entablar una comunicación directa y su prominencia sobre el recurso son condiciones necesarias pero no suficientes para la aparición de instituciones autoorganizadas; (3) una forma de política no puede garantizar el éxito de la gobernanza de todos los recursos de uso común; y (4) el significado del éxito variará y estará relacionado con los intereses del grupo.

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