Definición de realismo ingenuo
El realismo ingenuo describe la tendencia de las personas a creer que perciben el mundo social «tal y como es» -como realidad objetiva- en lugar de como una construcción e interpretación subjetiva de la realidad. Esta creencia de que las percepciones propias son interpretaciones realistas e imparciales del mundo social tiene dos implicaciones importantes. En primer lugar, que otras personas racionales tendrán percepciones similares a las de uno mismo. En segundo lugar, que otras personas que tienen percepciones diferentes a las de uno deben estar desinformadas (es decir, no tienen la misma información que uno mismo), ser irracionales o estar sesgadas.
Contexto e importancia del realismo ingenuo
Una de las lecciones fundamentales de la psicología es que la percepción es una construcción subjetiva del mundo más que una representación directa de la realidad objetiva. Es decir, las creencias y percepciones de las personas son una función tanto de las propiedades objetivas del mundo como de los procesos psicológicos que traducen esas características objetivas en características experimentadas psicológicamente. Por ejemplo, el padre cariñoso que resulta ser juez en la feria de ciencias de su hija. El hecho de que el padre clasifique el proyecto de su hija en el percentil 90 puede deberse a que el proyecto de su hija estaba realmente por encima de la media o al hecho de que el padre interpreta el proyecto de ciencias de su hija de forma especialmente favorable.
Por supuesto, las personas reconocen que sus pensamientos, sentimientos y comportamientos iniciales son a menudo subjetivos y sesgados. El padre puede reconocer que su inclinación inicial a conceder los máximos honores al volcán modelo de su hija está indebidamente influenciada por su deseo de que su hija consiga sus objetivos. Después de escudriñar cuidadosamente y corregir su inclinación inicial, el padre puede refrenar su juicio, colocando a su hija en el percentil 90 y no en el 99, como solía hacer inicialmente. En este caso, como en muchos otros, los intentos de las personas por corregir sus juicios inicialmente sesgados suelen ser incompletos.
El punto importante para el realismo ingenuo es que las personas rara vez son conscientes, si es que lo son, del grado en que sus esfuerzos de corrección se quedan cortos; las personas, en consecuencia, infieren que sus juicios son más precisos, objetivos y realistas de lo que realmente son. Así, el padre cariñoso cree realmente que el proyecto de su hija merece estar clasificado en el percentil 90, aunque una evaluación más objetiva sitúe el proyecto en el percentil 75.
Lee Ross y sus colegas han analizado varias implicaciones importantes del realismo ingenuo para el juicio social. Una de ellas es que, como la gente cree que sus percepciones son realistas, se deduce que otras personas razonables que tienen acceso a la misma información compartirán esas percepciones. Esta suposición es una de las razones por las que la gente proyecta sus propias creencias, sentimientos y opiniones en otras personas. Si uno asume que la preferencia por la música de los años 70 sobre la de los 90 es una consecuencia de la superioridad inherente de Led Zeppelin sobre M. C. Hammer, parece natural que otras personas compartan esa preferencia. Al no ver que la propia preferencia es en parte el resultado de una interpretación particular de la música de los 70 y los 90, uno puede no reconocer que otras personas pueden tener una preferencia diferente derivada de una interpretación diferente, por ejemplo, interpretando a los Village People y a Nirvana como grupos típicos de los 70 y los 90. El realismo ingenuo tiende, por lo tanto, a producir una expectativa de que los demás piensan, sienten y se comportan de forma similar a la de uno mismo.
A menudo, sin embargo, otras personas ven las cosas de forma diferente a la de uno mismo, y el realismo ingenuo ayuda a explicar las reacciones de la gente en estas situaciones. Una de las reacciones es que, como las propias reacciones de la gente parecen racionales y realistas, otras personas que tienen reacciones diferentes parecen desinformadas o irracionales y parciales. Cuando una demócrata acérrima se entera, por ejemplo, de que su primo es republicano, puede suponer inicialmente que su primo John no se ha enterado de las posturas republicanas en materia de impuestos -que John estaba simplemente mal informado- y que si le proporciona la información correcta cambiará su postura. Sin embargo, después de enterarse de que John lo sabe todo sobre las posiciones republicanas en materia de impuestos, la demócrata podría deducir que su primo simplemente no tiene las ideas claras o, lo que es peor, que está sistemáticamente predispuesto a favor de las posiciones fiscales que favorecen a su propio grupo impositivo a expensas de las personas menos afortunadas económicamente.
Debido a que las personas se encuentran repetidamente con otras que ven las cosas de forma diferente a ellas, pueden acostumbrarse a pensar que otras personas son irracionales y parciales. Con el tiempo, la gente puede llegar a esperar que las creencias y opiniones de los demás se basen en un razonamiento descuidado y en un sesgo sistemático. La demócrata acérrima puede llegar a pensar que todos los republicanos, y no sólo su primo, son irracionales y tendenciosos.
Creer que uno mismo es racional y objetivo mientras que los demás son irracionales y tendenciosos puede suponer una barrera importante para la resolución de conflictos. Cuando las partes de un conflicto asumen que la otra parte es irracional y tendenciosa, es mucho más difícil lograr una resolución mutuamente beneficiosa. Por ejemplo, en la medida en que los miembros demócratas y republicanos del Congreso asumen que los legisladores del otro lado del pasillo son egoístas e ilógicos, es menos probable que elaboren una legislación beneficiosa y con propósito.