La ira, el enojo o el enfado es una reacción emocional que se produce cuando una persona considera que existe o se va a producir un resultado negativo para sus intereses, que se podría haber evitado si alguien los hubiera tenido en cuenta y hubiera actuado de otra forma.
Se trata de una respuesta emocional caracterizada por una activación fisiológica, motora o de tipo cardiovascular, acompañada por sentimientos de enfado y que aparece cuando no se consigue un objetivo o no se cubre una necesidad. Evidentemente está encaminada a mostrar nuestra disconformidad, a quejarnos. Incluye una serie de funciones de adaptación al medio, por un lado la organización y regulación de procesos internos tanto de nuestro cuerpo como de nuestra mente y por otro, la regulación y construcción de relaciones interpersonales y sociales.
La intensidad de nuestro enfado es variable y nos induce a actuar. Puede aumentar si repasamos mentalmente el problema y puede llevarnos a expresar una queja, un aviso o una advertencia, con el fin de evitar futuros daños. Se trata de una reacción básica para la supervivencia, fundamentalmente, ante otros miembros de nuestro grupo social. Puede definirse como una emoción negativa que conlleva sentimientos de furia, rabia o como se dice en castellano, cabreo y que va acompañada de una respuesta fisiológica caracterizada por una activación extra del sistema nervioso simpático, del sistema endocrino, incremento de la activación muscular y de una respuesta motora que implica distintas formas de expresarnos y de conducirnos de manera agresiva.
Cuando experimentamos esta emoción hacia otra persona, cuando sentimos que se han violado nuestros intereses de manera intencionada o injustificada, una de las formas de afrontamiento que solemos elegir es la conducta hostil. Cuando nos enfadamos con una persona con la que convivimos, lo que pretendemos es que nos tengan en cuenta y mostrar nuestra desaprobación ante un comportamiento que no nos ha gustado, de cara a que el otro rectifique y cambie de conducta. La ira es usada por padres, educadores y jefes para conseguir que se cumplan las normas antes de que vengan los castigos. Sin embargo, no es conveniente abusar de este método, ni usarlo como un castigo.
Si se abusa de los enfados pueden suceder dos cosas:
- Que el que se enfada sufra una activación fisiológica y un malestar emocional a los que es conveniente poner límites en intensidad, frecuencia y duración.
- Que tras muchos avisos y ninguna consecuencia negativa adicional, el avisado entienda y aprenda que se puede restar importancia a esos avisos.
Habitualmente la ira se considera un concepto más básico que la hostilidad y la agresión. La primera implica la experiencia frecuente de sentimientos de ira pero tiene también otras connotaciones como el hecho de que la persona hostil tiene otras actitudes como la mezquindad, el rencor y conductas como la agresividad. Mientras que la ira hace referencia a sentimientos, los conceptos de hostilidad y agresión se utilizan para aludir a formas de actuar negativas y conductas destructivas y de castigo.
Como resumen, podemos marcar la siguiente distinción entre los tres términos: