Cómo las lesiones conducen a la osteoartritis

La osteoartritis comienza a desarrollarse cuando el cartílago, la almohadilla de goma que rodea y protege las articulaciones, se daña. Con el tiempo, los huesos comienzan a rozarse entre sí.

Si el problema del cartílago comenzó después de un accidente o una lesión, como una fractura de hueso o una rotura de ligamentos, puede dar lugar a un tipo de osteoartritis conocida como artritis postraumática. Los expertos estiman que es la causa de entre el 10% y el 15% de los casos de artrosis.

La mayor parte de las investigaciones sobre el deporte y la artritis se han realizado en la rodilla, dice el doctor Guillem González-Lomas, profesor adjunto de cirugía ortopédica en el Centro Médico Langone de la NYU. Pero pueden producirse lesiones similares en otras articulaciones, como los hombros, los tobillos, las caderas y la espalda.

Una de las lesiones de rodilla más comunes es la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA). Las investigaciones sugieren que existe una relación entre ésta y la artrosis. Un estudio muestra que los atletas que se habían roto el LCA al menos 14 años antes tenían tres veces más probabilidades de sufrir artritis en la rodilla lesionada que en la no lesionada. Esto era cierto incluso aunque se hubieran sometido a una cirugía para reparar sus ligamentos.

«Parece que hay algo en el momento en que se produce la lesión que hace que los huesos choquen entre sí y se magullen», dice González-Lomas. «Eso es lo que eleva el riesgo en el futuro, incluso si se recupera completamente».

Las lesiones menores -como pequeños desgarros de ligamentos que no te molestan en el momento- también pueden dañar la amortiguación entre tus huesos. Como el cartílago no tiene vasos sanguíneos, el cuerpo no puede suministrar fácilmente los nutrientes de curación y reemplazar las células dañadas o muertas. Así que, en lugar de repararse a sí mismo con el tiempo, sigue desgastándose.

«Puede que te tuerzas la rodilla o caigas con fuerza sobre el hombro y te sientas mejor al cabo de una semana, cuando la hinchazón haya bajado», dice González-Lomas. «Pero con el tiempo, esa articulación ve más y más tensión. Y años después, empieza a molestar de nuevo».

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