La enfermedad celíaca (EC), desencadenada por la ingestión de gluten, se da en personas genéticamente predispuestas a desarrollar la afección autoinmune crónica.
Durante las últimas décadas, los médicos han aprendido mucho sobre cómo se desarrolla la enfermedad, incluyendo los factores genéticos y otros factores de riesgo. Sin embargo, los resultados de los estudios sobre si las personas con EC tienen un mayor riesgo de muerte prematura relacionado con la enfermedad han sido contradictorios. Un estudio reciente muestra un aumento de la tasa de mortalidad pequeño pero estadísticamente significativo.
La enfermedad celíaca puede afectar a todo el cuerpo
Hasta hace poco, la EC se consideraba un trastorno gastrointestinal principalmente pediátrico, asociado a síntomas de dolor abdominal, diarrea, estreñimiento e hinchazón, y caracterizado por el daño a las vellosidades del intestino delgado. (Las vellosidades son unas proyecciones diminutas en forma de dedo que recubren el intestino delgado y que ayudan al cuerpo a absorber los nutrientes.)
Con el desarrollo de análisis de sangre precisos y exámenes a gran escala, hemos identificado la EC como un trastorno verdaderamente sistémico que puede desarrollarse a cualquier edad y afectar a casi cualquier tejido u órgano del cuerpo. Las personas con EC pueden experimentar dolor articular, osteopenia u osteoporosis, fractura de huesos, erupciones cutáneas y síntomas psiquiátricos como ansiedad y depresión.
Se conoce el desencadenante ambiental de la EC: el gluten. Cuando eliminamos el gluten (una proteína que se encuentra en el trigo, el centeno y la cebada) de la dieta de las personas con EC, éstas suelen experimentar una mejora o resolución de los síntomas. Sus análisis de sangre vuelven a la normalidad y su intestino delgado se cura.
La enfermedad celíaca puede afectar a la esperanza de vida
Los estudios que evalúan la EC y la mortalidad han tenido resultados contradictorios, ya que algunos estudios muestran un aumento de la mortalidad de hasta el doble, y otros no muestran ningún aumento del riesgo. Además, aún no se ha identificado cómo la EC puede alterar la esperanza de vida. Algunos piensan que podría estar relacionada en parte con la inflamación crónica, que conduce al desarrollo de osteopenia y fracturas óseas, a complicaciones de enfermedades asociadas como la diabetes de tipo 1 o, en raras ocasiones, al desarrollo de linfoma intestinal (un tipo de cáncer).
Un estudio reciente publicado en JAMA encontró un pequeño pero significativo aumento del riesgo de mortalidad en personas con EC. Curiosamente, las personas con EC tenían un mayor riesgo de muerte en todos los grupos de edad estudiados, pero la mortalidad era mayor en los diagnosticados entre los 18 y los 39 años. Los investigadores descubrieron que el riesgo de muerte aumentaba en el primer año tras el diagnóstico, pero que persistía incluso 10 años después. El aumento de la mortalidad en los pacientes con EC estaba relacionado con las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias y otras causas no especificadas.
Los cambios en la dieta y la atención médica rutinaria pueden ayudar a reducir los riesgos
El ligero aumento del riesgo de mortalidad no sugiere que tengamos que manejar la EC de forma diferente. Sin embargo, estos hallazgos ponen de relieve áreas en las que los pacientes y los médicos deben centrarse en un esfuerzo por reducir posiblemente estos riesgos.
Por ejemplo, las investigaciones sugieren que la ingesta inadecuada de cereales integrales, junto con la ingesta insuficiente de fibra, es una de las principales causas de enfermedad y muerte en todo el mundo. En concreto, una menor ingesta de cereales integrales se asocia a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Dadas las limitaciones de una dieta sin gluten, es posible que las personas con EC consuman menos cereales integrales que las que siguen una dieta sin restricciones. Por lo tanto, los individuos con EC deben consumir una dieta rica en granos enteros que no contengan gluten, como la avena, la quinoa y el amaranto.
Además, se encontró que los pacientes con EC tienen un mayor riesgo de muerte relacionada con enfermedades respiratorias. Como parte de la atención rutinaria tras el diagnóstico, los pacientes deberían hablar con su médico sobre las vacunas neumocócicas, que pueden reducir el riesgo de algunas infecciones respiratorias. Esto todavía no es habitual en la mayoría de las consultas sanitarias, así que pregunte a su médico sobre este tema si no lo menciona.
La inflamación crónica es probablemente un factor en la asociación de la EC con el aumento de la mortalidad. Teniendo esto en cuenta, los médicos deben considerar la posibilidad de repetir la biopsia intestinal para buscar la inflamación en curso, aunque este estudio no encontró un mayor riesgo de muerte en las personas cuyo intestino no se curó con una dieta sin gluten.
Después de que el intestino se haya curado, los pacientes deben visitar a su médico y dietista anualmente para revisar su dieta sin gluten, someterse a la evaluación de otras posibles afecciones autoinmunes y discutir la necesidad de suplementos vitamínicos. Los cuidados de seguimiento rutinarios, la vacunación antineumocócica y una dieta rica en cereales integrales, fibra, frutas y verduras también deberían ayudar.
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