Aunque el ramen instantáneo no sea precisamente nutritivo, seguirá siendo muy consumido porque, como dicen antropólogos como Sidney Mintz, es un «asesino del hambre del proletariado», ya que el bajo precio de los fideos permite que todos puedan comer. Se preparan con sopa, lo que hace que el consumidor se sienta lleno durante más tiempo; se elaboran con harina de trigo, que tiene un alto índice glucémico; y antes de ser deshidratados, los fideos se fríen en aceite de palma, que según NutriStrategy tiene la segunda mayor concentración de grasas saturadas (81%) entre todos los aceites vegetales. Y, al igual que la sopa, el aceite puede hacer que los fideos sean más saciantes.
Pero, al igual que hay un coste oculto para la salud asociado a vivir con una dieta de ramen instantáneo, también hay un coste medioambiental oculto. El aceite de palma, que se utiliza para producir ramen instantáneo, no puede ser sustituido fácilmente como ingrediente porque es un conservante natural, y porque es el aceite vegetal más barato, versátil y buscado del mundo (que es una de las mayores razones por las que los propios fideos ramen son tan baratos).
El aceite de palma, sin embargo, es también una de las principales causas de deforestación en Malasia e Indonesia (vía The Guardian). Y gracias al gran coste oculto del ramen instantáneo para la salud y el medio ambiente, el ramen instantáneo ya no parece merecer los 13 céntimos del paquete, especialmente para aquellos que pueden permitirse esa elección.