Los pensadores de la Nueva Izquierda también hicieron contribuciones innovadoras al análisis de la cultura y las comunicaciones. Apartándose de la ortodoxia marxista y convencidos de que las nuevas condiciones del capitalismo de consumo requerían una nueva forma de pensar, los teóricos británicos, entre ellos Stuart Hall y Raymond Williams, concibieron la cultura como algo constitutivo y no como un simple reflejo de los procesos sociales y económicos. Publicaron estudios pioneros sobre el papel de la publicidad, la televisión y los medios de comunicación de masas, así como investigaciones sobre el potencial de los jóvenes y otras subculturas para desafiar y subvertir los mensajes ideológicos. A medida que se desarrollaban dentro y fuera de la Nueva Izquierda, los estudios culturales se basaron en nuevos desarrollos teóricos, especialmente el estructuralismo y el postestructuralismo, para convertirse en una disciplina por derecho propio. La revista británica New Left Review siguió demostrando, décadas después de su fundación en 1960, el enfoque ecléctico y experimental de las cuestiones teóricas y políticas que dieron a la Nueva Izquierda su carácter distintivo. Aunque se discute cuándo llegó a su fin la Nueva Izquierda como movimiento social, su declive se asocia generalmente con la disolución del SDS en 1969.