Bec Crew
Becky Crew es una comunicadora científica afincada en Sidney a la que le encantan los animales extraños y maravillosos. Desde comportamientos extraños y adaptaciones especiales hasta especies recién descubiertas y los investigadores que las encuentran, sus temas celebran lo extrañas y, a la vez, relacionables que pueden ser muchas de las criaturas que viven entre nosotros.
EXPLORANDO EL RÍO MISSISSIPPI con su perro de caza, Dash, en algún momento a principios del siglo XIX, el artista y ornitólogo John James Audubon decidió realizar un pequeño experimento.
Según los nativos americanos y algunas referencias literarias dispersas, los hermosos periquitos de Carolina, verdes y dorados, que antaño poblaban el sureste de Estados Unidos, eran mortalmente tóxicos, y John tenía que saberlo con seguridad. Así que cogió algunos en la orilla del río, los hirvió y se los dio de comer a su perro para ver qué pasaba.
¿Estaba Dash bien? Nadie lo sabe, pero todas las menciones que se hacen de ella en el bien guardado diario de John se detienen en esta comida del Misisipi, así que tal vez su destino quedó sellado cuando se alimentó de la que podría haber sido la única especie de ave tóxica del mundo.
Lamentablemente, el periquito de Carolina se ha extinguido hace casi un siglo, pero otra ave tóxica sigue viva. En 1989, Jack Dumbacher, de la Academia de Ciencias de California, viajó a los arbustos de Papúa Nueva Guinea en busca de aves del paraíso.
Se encontró un pitohui encapuchado tóxico en PNG
Colgó una serie de delicadas redes entre los árboles y un día encontró varios llamativos pájaros cantores enredados en ellas. Eran pitohuis encapuchados (Pitohui dichrous), pequeños paseriformes negros y anaranjados con potentes picos y ojos rojo oscuro.
Cuando Jack se esforzó por liberar a los pitohuis de sus redes, éstos le arañaron las manos y los cortes le dolieron más de lo debido. Se metió los dedos en la boca para calmar el dolor, pero eso sólo hizo que la lengua le hormigueara y le quemara.
Cuando Jack preguntó a los lugareños si sabían algo sobre este peculiar efecto, sabían muy bien que debían mantenerse alejados del pitohui encapuchado: «un pájaro basura», decían; no es bueno para comer.
Jack llevó algunas plumas de pitohui a Estados Unidos para hacer más pruebas y se las mostró al químico John Daly, del Instituto Nacional de Salud. Años antes, Daly había identificado la presencia de batracotoxinas – alcaloides esteroides extremadamente potentes y neurotóxicos que, en dosis elevadas, pueden provocar parálisis, paros cardíacos y la muerte – en las pequeñas ranas venenosas de Sudamérica.
¿Por qué es tóxico el pitohui encapuchado?
Gramo a gramo, es una de las sustancias naturales más tóxicas conocidas por la ciencia. En 1992, Daly encontró exactamente esa misma toxina en las fibras de las plumas del pitohui de capucha.
Doce años más tarde, con la ayuda de los lugareños de Papúa Nueva Guinea, Jack descubrió que los pitohuis obtenían sus batracotoxinas de los pequeños escarabajos melyrids de los que se alimentaban.
Era un misterio resuelto, pero ¿qué llevó a estas aves a elegir los melyrids altamente tóxicos como su principal fuente de alimento? Una diminuta e indefensa rana dardo necesita toda la ayuda posible, ¿pero un pájaro de vuelo libre con garras y un poderoso pico? Por qué el pitohui encapuchado acabó siendo tóxico es una incógnita.
Vídeo: Jack Dumbacher habla de su descubrimiento del pitohui encapuchado venenoso.