En «La metrópolis y la vida mental» de Georg Simmel compara la diferente vida mental de los individuos que viven en zonas urbanas (modernas) y rurales. La modernidad, en la perspectiva sociológica, se refiere al rechazo de la tradición, y eso es lo que ocurría en las ciudades en esta época. Simmel afirma que el mayor problema de las sociedades modernas es el «intento del individuo de mantener la independencia y la individualidad de su existencia frente a los poderes soberanos de la sociedad». Su afirmación también fue claramente expresada en el vídeo de Peter Diabes, «la lucha que los individuos enfrentan para mantener la individualidad y ofrece un relato convincente de la actitud displicente, no como una indicación de frialdad, apatía o torpeza, sino como una salvaguarda del bienestar psíquico de los individuos». Además, cree que las ciudades urbanas afectan a la vida mental de los individuos de forma muy diferente a los entornos rurales. Además, utiliza el enfoque funcionalista al discutir cómo estos individuos aprenden a enfrentarse y adaptarse a su entorno.

Según Simmel, el siglo XIX promovió el individualismo debido a «las nuevas libertades, la división del trabajo y los logros de los individuos que los hacen indispensables para su línea de trabajo.» Durante esta época, Simmel observaba Londres, Inglaterra, mientras investigaba las diferencias entre los entornos urbanos (metropolitanos) y rurales y el efecto que estos entornos tenían en la vida mental del individuo. Una de las mayores diferencias en la interacción con la gente estaba en el sector empresarial. Simmel mencionó que en los entornos urbanos, los compradores y los vendedores rara vez interactúan entre sí y no saben a quién le compran cuando hacen negocios. En cambio, en los entornos rurales, los compradores adquieren los productos directamente de los vendedores, por lo que saben a quién compran. Los pueblos pequeños valoran mucho más las relaciones interpersonales y las emociones. El dinero refuerza negativamente el individualismo, algo que prevalece en las ciudades, porque rompe los vínculos emocionales con la gente. Las empresas dejan de centrarse en establecer relaciones con los clientes y empiezan a centrarse en aumentar sus beneficios.

Simmel creía que los individuos adoptaban una actitud displicente para proteger su individualidad y su bienestar mental. Una actitud blasé se define como «aburrimiento absoluto o falta de preocupación debido a la exposición o indulgencia frecuente». Los individuos adoptan esta actitud como un modo de adaptación a su entorno siempre cambiante para poder proteger su individualidad. En segundo lugar, Simmel menciona que las personas de las ciudades también crean un órgano de protección que les permite reaccionar racionalmente en lugar de emocionalmente a los estímulos de su entorno. En cambio, las personas de los entornos rurales reaccionan con más emoción, lo que les ayuda con su entorno comunitario y a establecer relaciones. Aunque la vida en la ciudad es muy rápida y está en constante cambio, ofrece al individuo muchas más oportunidades que la vida rural. Incluso puede darles la oportunidad de empezar una nueva vida.

Hacia el final de su artículo, Simmel menciona que si el tiempo se detuviera en Berlín (entorno urbano), «toda la vida económica y comercial descarrilaría durante algún tiempo». Esto puede deberse al estilo de vida acelerado de las ciudades modernas al que todo el mundo está acostumbrado. Esto tendría un mayor impacto en los entornos urbanos que en los rurales, donde la vida tiene un ritmo mucho más lento.

Blasé: https://www.merriam-webster.com/dictionary/blas%C3%A9

Modernidad: http://ri-soci.blogspot.com/2004/11/what-do-sociologists-mean-by-modernity.html

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