Margaret Pollitt (también conocida como Maggie la Gata) es uno de los principales personajes de la obra de Tennessee Williams, ganadora del Premio Pulitzer en 1955, La Gata sobre el tejado de zinc caliente, llevada al cine por Elizabeth Taylor en 1958. La cara de ella (y el cuerpo vestido de slip) es lo que vemos cuando pensamos en Maggie. Es la esposa sexualmente frustrada de Brick Pollitt, una ex estrella del fútbol que pasa más tiempo bebiendo y lamentando el suicidio de su amigo Skipper que manteniendo relaciones maritales con ella. Además de ignorarla, Brick también está poniendo en peligro la herencia que le corresponde de «Big Daddy» en favor de su hermano, un hecho quizás aún más inquietante para Maggie la Gata. Procedente de un entorno desfavorecido, Maggie ha hecho algo por sí misma, habiendo ido a la universidad y habiéndose casado con alguien rico, y no está dispuesta a entregarlo todo a un cuñado llamado Gooper y a su esposa, una máquina de hacer bebés (que produce «monstruos sin cuello», según la todavía sin hijos Maggie). Ella está en pleno apogeo, lo sabe y hace alarde de ello, y el hecho de que Brick se muestre indiferente ante ella es una puñalada en el corazón de su ego. Pero Maggie es una superviviente, y al final de la obra tenemos la sensación de que va en serio cuando guarda el licor y le dice a Brick que, efectivamente, habrá un bebé. No tenemos ninguna duda de que Maggie se las arreglará para producirlo por su feroz y permanente amor por Brick – y por ella misma.
Maggie es la joven protagonista de la obra de George Eliot (Mary Ann Evans) «The Mill on the Floss», publicada en 1860. Es una niña y una joven atractiva, que se esfuerza por alcanzar la bondad y la pureza de espíritu, pero sobre todo el amor incondicional, especialmente de su hermano, Tom. Aunque en realidad ama a su hermana, la naturaleza de Tom es más prosaica y práctica, lo que hace que a menudo no sea comprensivo con su apasionada búsqueda de un ideal tras otro. En su relación con el sensible jorobado Philip Wakem, Maggie tiene la oportunidad de ser tomada en serio como una joven intelectual y seria, pero su lealtad a Tom la lleva a rechazar sus atenciones en favor de la aprobación de Tom. Cuando Maggie conoce al romántico Stephen Guest, se despierta otro de sus sentidos, y está tentada de huir con él, por muy inadecuada que sea la pareja, pero al final se decide por su deber con Tom. El destino, siempre protagonista en la literatura del siglo XIX, interviene de golpe y con consecuencias nefastas, y a Maggie se le permite demostrar su amor permanente por Tom, y a él por ella, de la forma más redentora posible, es decir, la muerte.