Menos es más. Todos conocemos este dicho, popularizado por primera vez por el arquitecto minimalista Ludwig Mies van der Rohe, que ha sido transformado en una perogrullada por los anunciantes, los programas de televisión e incluso las empresas de Estados Unidos, al reducir el tamaño de las personas para que se ganen la vida («Tendremos que aprender a hacer más con menos por aquí»). Pero, ¿es menos realmente más? Y si es así, ¿es lo contrario? ¿Es más en realidad menos?

Preguntas como ésta pueden ser más importantes de lo que se piensa.

A los dos nos gusta tomar tópicos comúnmente aceptados y frases hechas trilladas y darles la vuelta en sus ejes, explorando el reverso de los clichés y las frases manidas, arrojando luz sobre los lados opuestos de los supuestos hechos.

Por ejemplo, ¿qué apelativo suele asignar nuestra cultura a una persona bien adaptada y aparentemente exitosa? A menudo decimos que estas personas están ancladas («Es una persona tan anclada»). Oímos este término con frecuencia a finales de nuestros veinte años: nos describían regularmente como personas ancladas, y durante mucho tiempo lo tomamos como un cumplido.

Entonces dejamos de tomarlo al pie de la letra y nos preguntamos: «¿Qué es un ancla?»

Esa pregunta nos llevó a un importante descubrimiento sobre nuestras vidas: un ancla es lo que mantiene un barco a raya, plantado en el puerto, atascado en un lugar, incapaz de explorar la libertad del mar. Quizás estábamos anclados -sabíamos que no éramos felices con nuestras vidas- y quizás estar anclados no era necesariamente algo bueno.

Con el tiempo, cada uno de nosotros identificó sus propias anclas personales -circunstancias que nos impiden alcanzar la verdadera libertad- y descubrimos que eran abundantes (Joshua catalogó 83 anclas; Ryan, 54). Descubrimos grandes anclas (deudas, malas relaciones, etc.) y pequeñas anclas (facturas superfluas, posesiones materiales, etc.) y con el tiempo eliminamos la gran mayoría de esas anclas, una por una, documentando nuestra experiencia en nuestro primer libro, Minimalismo: Live a Meaningful Life.

Resultó que estar anclados era algo terrible: nos impedía llevar la vida que queríamos llevar. No todas nuestras anclas eran malas, pero la gran mayoría nos impedía encontrar una satisfacción duradera.

¿Eres una persona anclada? ¿Es algo bueno? ¿Cuáles son algunos de tus anclajes? ¿Y qué otros axiomas querrías cuestionar?

Lo que nos devuelve a nuestro conjunto original de preguntas: ¿Menos es realmente más? Si es así, ¿es más realmente menos?

Sugerimos que la respuesta a ambas es sí.

Tener menos cosas, centrarse en menos tareas y tener menos en el camino nos ha dado más tiempo, más libertad y más sentido a nuestras vidas. Trabajar menos nos permite contribuir más, crecer más y perseguir nuestras pasiones mucho más.

Tener más tiempo provoca menos frustración y menos estrés, más libertad añade menos ansiedad y menos preocupación, y más sentido en nuestras vidas nos permite centrarnos mucho menos en los excesos de la vida en favor de lo verdaderamente importante.

Entonces, ¿más es menos? Sí, más o menos.

Lea este ensayo y otros 150 en nuestro nuevo libro, Essential.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.