La liberalización económica (o liberalización económica) es la disminución de las regulaciones y restricciones gubernamentales en una economía a cambio de una mayor participación de las entidades privadas. En política, la doctrina se asocia con el liberalismo clásico y el neoliberalismo. La liberalización, en pocas palabras, es «la eliminación de los controles» con el fin de fomentar el desarrollo económico.
La mayoría de los países de renta alta han seguido el camino de la liberalización económica en las últimas décadas con el objetivo declarado de mantener o aumentar su competitividad como entornos empresariales. Las políticas de liberalización incluyen la privatización parcial o total de las instituciones y los activos gubernamentales, una mayor flexibilidad del mercado laboral, tipos impositivos más bajos para las empresas, menos restricciones al capital nacional y extranjero, mercados abiertos, etc. En apoyo de la liberalización, el ex primer ministro británico Tony Blair escribió que: «El éxito será para aquellas empresas y países que sean rápidos para adaptarse, lentos para quejarse, abiertos y dispuestos a cambiar. La tarea de los gobiernos modernos es garantizar que nuestros países puedan estar a la altura de este reto».
En los países en desarrollo, la liberalización económica se refiere más bien a la liberalización o a una mayor «apertura» de sus respectivas economías al capital y las inversiones extranjeras. Tres de las economías en desarrollo de más rápido crecimiento en la actualidad, Brasil, China e India, han logrado un rápido crecimiento económico en los últimos años o décadas, en parte, por haber «liberalizado» sus economías al capital extranjero.
Se podría decir que muchos países en la actualidad, en particular los del tercer mundo, no han tenido más remedio que «liberalizar» sus economías (privatizar industrias clave a la propiedad extranjera) para seguir siendo competitivos a la hora de atraer y retener sus inversiones tanto nacionales como extranjeras. Esto se conoce como el factor TINA, que significa «no hay alternativa». Por ejemplo, en 1991, la India no tuvo más remedio que aplicar reformas económicas. Del mismo modo, en Filipinas, las polémicas propuestas de cambio de la Carta incluyen la modificación de las disposiciones económicamente restrictivas de su constitución de 1987.
Según esta medida, lo opuesto a una economía liberalizada son economías como la de Corea del Norte, con su sistema económico «autosuficiente», cerrado al comercio y la inversión extranjeros (véase autarquía). Sin embargo, Corea del Norte no está completamente separada de la economía mundial, ya que comercia activamente con China, a través de Dandong, un gran puerto fronterizo, y recibe ayuda de otros países a cambio de paz y restricciones en su programa nuclear. Otro ejemplo sería el de los países ricos en petróleo, como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, que no ven la necesidad de abrir más sus economías al capital y las inversiones extranjeras, puesto que sus reservas de petróleo ya les proporcionan enormes ingresos por exportación.
La adopción de reformas económicas en primer lugar y luego su reversión o sostenimiento está en función de ciertos factores, cuya presencia o ausencia determinará el resultado. Sharma (2011) explica todos esos factores. La teoría del autor es bastante generalizable y es aplicable a los países en desarrollo que han aplicado reformas económicas en la década de 1990.