Resumen

«Altaico» es un término común aplicado por los lingüistas a una serie de familias lingüísticas, que se extienden a través de Asia Central y el Lejano Oriente y que comparten un gran número, muy probablemente no casual, de similitudes estructurales y morfémicas. Al principio de los estudios sobre el altaico, estas similitudes se atribuían a la existencia de una lengua ancestral, el «protoaltaico», de la que descienden todas estas familias; las pruebas circunstanciales y los cálculos glotocronológicos sitúan provisionalmente esta lengua en torno al sexto y séptimo milenio a.C., y sugieren que el sur de Siberia o los territorios adyacentes (de ahí el nombre «altaico») fueron la patria original de sus hablantes. Sin embargo, desde mediados del siglo XX, el punto de vista dominante en la lingüística histórica ha pasado a ser el de un «Altaic Sprachbund» (área de difusión), lo que implica que las familias en cuestión no han surgido de una fuente común, sino que han adquirido sus similitudes durante un largo periodo de contacto lingüístico mutuo. El grueso del «altaico» ha incluido tradicionalmente familias tan poco controvertidas como el turco, el mongólico y el manchú-tungúsico; además, el japonés (japónico) y el coreano también se consideran con frecuencia miembros potenciales de la gran familia altaica (las cinco ramas completas se denominan a veces «macroaltaico»).

El debate sobre la naturaleza de la relación entre las distintas unidades que constituyen el «altaico», a veces denominado «la controversia altaica», ha sido uno de los temas más debatidos en la lingüística histórica del siglo XX y uno de los principales focos de atención de los estudios sobre la prehistoria de Eurasia central y oriental. Los partidarios del «protoaltaico», comúnmente conocidos como «(pro)altaicistas», afirman que sólo la divergencia de un ancestro común original puede explicar las correspondencias fonéticas regulares observadas y otras similitudes estructurales, mientras que los «antialtaicistas», sin negar la existencia de tales similitudes, insisten en que no pertenecen a las capas «centrales» de las respectivas lenguas y que, por lo tanto, se explican mejor como resultados de préstamos léxicos y otras formas de contacto lingüístico areal.

Como norma, los «pro-altaicos» afirman que el «protoaltaico» es tan reconstruible por medio del método comparativo clásico como cualquier familia lingüística no controvertida; en apoyo de este punto de vista, han producido varios intentos de reunir grandes cuerpos de evidencia etimológica para la hipótesis, respaldados por sistemas de correspondencias fonéticas regulares entre las lenguas comparadas. Sin embargo, todos ellos han sido muy criticados por los «antialtaicistas» por su falta de rigor metodológico, la inverosimilitud de los cambios fonéticos y/o semánticos propuestos y la confusión de préstamos recientes con elementos supuestamente heredados de un ancestro común. A pesar de la validez de muchas de estas objeciones, no está claro si son suficientes para desacreditar por completo la hipótesis de una conexión genética entre las diversas ramas del «altaico», que sigue siendo apoyada activamente por una pequeña pero estable minoría académica.

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