A finales de 2002 tuve un episodio estresante que aún recuerdo vívidamente.

Estaba montando en la escalera mecánica del primer al segundo piso de unos grandes almacenes cuando sentí que los dedos de mi pie izquierdo empezaban a curvarse. Supe de inmediato que la medicación estaba empezando a hacer efecto.

Al salir de la escalera mecánica, empecé a buscar un banco vacío donde poder descansar, pero todos los asientos de la tienda parecían estar ocupados. La ansiedad se apoderó de mí a medida que la parte superior de mi cuerpo se inclinaba hacia delante y mis pies empezaron a festinar para evitar que me cayera.

En pocos minutos me encontré tambaleándome de estantería en estantería, aferrándome a cada una de ellas para no caer, mientras buscaba desesperadamente un lugar donde sentarme. Los compradores, sorprendidos, me miraban como si fuera un borracho que recorre la tienda. Finalmente, tras crear una estela de destrucción en miniatura, encontré un banco vacío. Con un suspiro de alivio, ingerí inmediatamente mis medicamentos y me senté allí durante los siguientes 40 minutos.

Cuando mis medicamentos hicieron efecto, me levanté en silencio y salí de la tienda.

Cómo combatir la marcha frenética

En los años transcurridos desde ese episodio he trabajado mucho para desarrollar técnicas que me ayuden en ese tipo de situaciones: principios sencillos de movimiento que me ayuden a mantener el control cuando mis medicamentos empiecen a desaparecer.

Hoy en día, cuando estoy fuera de casa y noto que mi Sinemet está empezando a desaparecer, utilizo estas técnicas para mitigar mi deterioro físico. Las técnicas alargan el tiempo que soy capaz de moverme lo suficiente como para permitirme llegar a casa o a un lugar donde pueda tomar mis medicamentos y reiniciarme.

En este post exploraremos tres de estos útiles principios para que no tengas que sufrir el mismo vergonzoso destino que yo. Más específicamente, estos principios se centrarán en cómo involucrar a sus pies con cada paso. Hacerlo le permitirá recuperar el control de su marcha, remodelando su arrastre parkinsoniano en una zancada más grácil y estable.

Comencemos:

1) Los pies primero

Los PWP queremos iniciar nuestra marcha inclinándonos hacia delante con el torso y dejando que los pies nos alcancen. No es bueno. Esto conduce a caídas y a ese derrame torrencial de pasitos llamado festinación que experimenté en los grandes almacenes.

Cuando, por el contrario, lideras con los pies, tu cuerpo se mantiene más erguido y empiezas a utilizar los pies para avanzar en lugar de para evitar que te caigas. Pasas al ataque en lugar de a la defensa.

Una forma de recordarte que debes caminar primero con los pies es utilizar imágenes. Me gusta decir a mis alumnos que piensen en el dibujo animado de R. Crumb de 1960 Keep on Truckin’

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