«El machismo tiene que morir», coreaban los manifestantes mientras caminaban por el centro de Ciudad de México el mes pasado.
Miles de personas salieron a las calles para decir basta.
La cultura machista es omnipresente en México y muchos de los asistentes a la marcha creen que su énfasis en el orgullo masculino es un factor que contribuye a los elevados índices de violencia contra las mujeres que sufre México.
Se estima que nueve de cada 10 mujeres (enlace en español) han sido objeto de violencia sexual, ya sea en la calle o en el hogar.
‘Cansada de la violencia’
«Estoy aquí porque estoy cansada de la violencia contra las mujeres en México», dijo Ana Carlota Velázquez, una estudiante.
«Estoy cansada de vivirla y escuchar lo que les pasa a mis amigas, en la calle, en el transporte público, en la universidad y en el trabajo.»
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A las mujeres se sumaron miles de hombres. Muchos llevaban pancartas.
«Yo también necesito el feminismo», decía una. En otra se leía: «Porque es mi hermana, mi novia, mi esposa».
Femicidio
«Queremos seguir vivas», gritaban otras manifestantes.
El extremo de la violencia de género es el feminicidio, el asesinato intencional de una mujer por el hecho de serlo.
Es un problema particular en México. Según la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM), un promedio de seis mujeres mueren violentamente cada día en México.
Es difícil obtener cifras precisas. Los estados difieren en la forma de recopilar los datos y en la honestidad de las cifras.
Incluso la CONAVIM admitió que obtener datos precisos era un reto.
Esto se hace más difícil por el hecho de que es difícil probar que un asesinato se cometió sólo por el género. Como resultado, los feminicidios son masivamente sub-reportados.
En un país donde hasta el 99% de los crímenes quedan sin resolver, muchas familias de las víctimas a menudo no acuden a las autoridades para pedir ayuda porque creen que no cambiará nada.
Asesinadas en el Estado de México
Ciudad Juárez solía ser conocida como la ciudad más violenta de México, una ciudad donde cientos de mujeres desaparecían.
Pero Ecatepec, parte del pobre Estado de México en las afueras de la capital, ha superado ahora la reputación que antes tenía Ciudad Juárez.
Irinea Buendía vive en el Estado de México, no muy lejos de Ecatepec. Dice que su hija Mariana fue asesinada por su marido.
Él tenía un historial de violencia y había amenazado con matarla. Pero cuando Mariana fue encontrada ahorcada en el domicilio conyugal, su muerte fue registrada como un suicidio.
«Lo primero que dicen es ‘¿qué hizo tu hija para que él la tratara así? ¿Qué ha hecho para que la mate?», me dice la señora Buendía.
«Pero los hombres no son dueños de las mujeres. Que haya un problema en una relación o en un matrimonio no significa que el asesinato sea la respuesta.»
Terapia: ¿es difícil ser hombre?
Al otro lado del estado de México, un taller intenta atacar la raíz del problema.
Un grupo de hombres -y dos mujeres- están sentados en un aula, con un psicólogo en la pizarra.
«¿Es difícil ser un hombre?», pregunta a la clase.
Hay una verdadera mezcla de respuestas de los participantes. Uno se quiebra al intentar explicar su punto de vista.
Otro dice que no, que si se sabe comportar decentemente, no debería ser nada difícil.
Uno de los participantes, Alberto Trinidad Martínez Nava, fue condenado a 28 años de prisión por violar y matar a dos mujeres.
Ahora está libre y dice que su actitud ha cambiado.
«Todo era por mí», dice. «El machismo – era sólo yo, yo, yo. Menospreciaba a las mujeres. Tenía esa mala actitud de que las mujeres estarían bajo mi control, pero ahora sé que eso no es cierto».
‘La violencia se acepta’
«Si sólo nos centramos en la víctima, el agresor seguirá siendo violento en nuevas relaciones», dice Marisol Zarco Reyes, psicóloga del Consejo Estatal de la Mujer de México.
«Lamentablemente, los agresores de la violencia intrafamiliar son seductores natos, por lo que terminan una relación y pasan a la siguiente, así que vimos la necesidad de enfocarnos también en ellos.»
«Conseguir que admitan que son los autores de la violencia es la mitad del proceso», dice la Sra. Zarco.
«Desgraciadamente, en nuestra sociedad se acepta la violencia. Se les enseña que la violencia es la forma de mantener el poder».
La cuestión de la violencia de género es un problema mundial, pero la señora Zarco dice que también hay un problema cultural particular de México.
«El machismo es un modelo hegemónico de masculinidad en México», dice.
«El hombre que grita, que tiene que golpear a la gente para demostrar su poder. Sí, hay machismo en México».
‘Lucha continua’
El taller forma parte de una iniciativa mayor llamada Estado de México por una vida sin violencia, que apoya a las mujeres vulnerables al maltrato doméstico.
Según un organismo de víctimas gestionado por el gobierno, el 90% de las víctimas de violencia sexual son mujeres.
Y para mujeres como la señora Buendía, la lucha contra la cultura de la violencia continúa.
Tras cinco años de campaña, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó el año pasado que la muerte de su hija se volviera a investigar con perspectiva de género.
Es una medida que la señora Buendía cree que podría ser enormemente significativa para muchos otros casos que tampoco han sido investigados como feminicidios.