El fraude en las devoluciones es el acto de defraudar a una tienda minorista a través del proceso de devolución. Hay varias formas de cometer este delito. Por ejemplo, el delincuente puede devolver mercancía robada para asegurarse el dinero en efectivo, o robar recibos o cinta adhesiva de recibos para permitir una devolución falsificada, o utilizar el recibo de otra persona para intentar devolver un artículo recogido de un estante de la tienda. El abuso de las devoluciones es una forma de «fraude amistoso» en la que alguien compra productos sin intención de quedárselos. Tal vez la forma más conocida de este abuso sea el «wardrobing» o «alquiler gratuito», en el que la persona realiza una compra, utiliza el/los producto/s y luego devuelve la mercancía.
La industria minorista experimenta un importante problema de fraude y abuso, perdiendo dinero del orden de 24.000 millones de dólares al año, aproximadamente el 7% de todas las devoluciones y cambios.
Para compensar y recuperar las pérdidas ocasionadas por las devoluciones fraudulentas, los minoristas aumentan los precios para los compradores. Algunas tiendas crean políticas de devolución estrictas, como «sin recibo, no hay devolución», o imponen restricciones de tiempo de devolución, como un límite de 30 días para todas las devoluciones, que afectan a todos los compradores.
Algunas mercancías devueltas deben ser descontadas o descartadas tras su devolución. Por ejemplo, después de ser devuelta, la ropa fuera de temporada puede tener que ser vendida con un descuento, y algunos artículos de ropa como la lencería pueden tener que ser desechados por razones de salud.