Estilo cisterciense, arquitectura de la orden monástica del Císter en el siglo XII. La orden era una comunidad austera caracterizada por la devoción a la humildad y a la rígida disciplina. A diferencia de la mayoría de las órdenes de la época, bajo las cuales florecían las artes, los cistercienses ejercían severas restricciones en el uso del arte. A lo largo del siglo XII se proscribieron sucesivamente la decoración escultórica de las iglesias, la iluminación de los manuscritos, las torres de piedra en las iglesias y las vidrieras. Reflejo de esta severidad es la arquitectura austera e impresionante de los más de 700 monasterios cistercienses que se extendieron por Europa en el siglo XII, la mayoría de ellos construidos en lugares aislados.
El siglo XII fue un periodo de transición entre el arte románico, caracterizado por una arquitectura masiva y compartimentada con arcos de medio punto y bóvedas de túnel, y el arte gótico, con su construcción elevada de arcos apuntados y bóvedas basadas en la sensación visual tanto como en la necesidad estructural. La arquitectura cisterciense presenta características de ambos modos. Aunque en la mayoría de los edificios cistercienses posteriores el arco de medio punto románico fue sustituido por el arco apuntado gótico, la pesada construcción de estas iglesias sigue asociándose estrechamente con el románico. Las iglesias cistercienses se construyeron sobre una planta románica que embellecía, con bóvedas y multiplicación de partes, la de la basílica paleocristiana (longitudinal con naves laterales, una nave elevada, o nave central, y un ábside, o saliente semicircular del muro, en el extremo oriental, el del santuario, de la nave). Las iglesias cistercienses construidas en el siglo XII eran muy sencillas, sin adornos de escultura o de decoración, y generalmente muy elegantes. Su amplia extensión geográfica fue el principal medio de difusión del arco apuntado, anticipándose a la construcción gótica propiamente dicha. Los principales edificios cistercienses del siglo XII fueron Cîteaux (1125-93), la abadía de Clairvaux (1133-74) y la iglesia abacial de Fontenay (iniciada en 1139).
La sencillez y la austeridad que caracterizaron a los primeros cistercienses y su producción artística no perduraron. En el siglo XIII su arquitectura se asemejó mucho más a la de las catedrales no monásticas, con las típicas bóvedas góticas de crucería apuntada, los arbotantes y un complejo de capillas que irradian desde el santuario. Aun así, el Císter era en general una variante más severa y prístina del estilo gótico dominante.