El cactus Viejo de los Andes es sólo una de las varias especies peludas

La familia de los cactus está repleta de viejos y viejas. Lo suficiente como para merecer su propia ala de miembros en la AARP. Ja, bromeamos, pero los cactus «viejos…» comparten todos un atributo llamativo: una capa de pelos blancos protectores. Esa pilosidad, aunque no de idéntica densidad, puede dificultar a los no expertos la distinción de las distintas especies entre sí. Hoy, sin embargo, destacamos un cactus mayor en particular: Oreocereus celsianus, conocido como el viejo de los Andes. El prefijo Oreo significa «montaña», de la palabra griega oros.

Este viejo habita muy por encima del mar, aunque no lo encontrará a menos que explore las montañas de Argentina, Bolivia o Perú. Es en esos lugares elevados donde los cactus del Viejo de los Andes se alzan como centinelas nevados, llegando a alcanzar los 3 metros de altura. No cuente con que uno llegue a esa altura en su jardín o maceta a corto plazo. Lo mismo ocurre con el crecimiento de las ramas. Tal vez con el tiempo, pero no hay promesas.

Las largas y tubulares flores rojas son imanes para los colibríes en primavera, pero puede que no aparezcan durante varios años. Plantar una, sin embargo, te permite bromear con que ladra a los niños del vecindario para que «salgan de mi césped». Y un ejemplar (o varios) serviría hábilmente como contrapunto textural en un patio de suculentas coloridas como agaves, sedums y gallinas y pollitos.

No somos especialmente partidarios de meter al viejo de los Andes en medio del césped, por supuesto. Recomendamos plantar un ejemplar con tierra de cactus porosa que permita un drenaje adecuado o mejor. Intente evitar regar el O. celsianus durante el tiempo nublado o húmedo, o en los días fríos de invierno. Si está en el interior, querrá estar cerca de una ventana soleada.

En este vídeo, nuestro propio Tom Jesch habla de cómo los pelos lanosos actúan como defensa contra la exposición a los rayos ultravioleta para un cactus acostumbrado al aire fino y seco de su clima de gran altitud. La luz brillante es necesaria para fomentar un crecimiento más denso del pelo, pero a este nativo de la montaña no le importan las temperaturas extremadamente elevadas. Su pelaje sirve de manta contra las heladas en invierno y da sombra a la planta en verano.

Foto: H. Zell

O. celsianus es todo un personaje. Su multitud de pelos y su nombre común hacen que la especie tenga muchas referencias de la cultura pop, ya sea una melodía clásica de Neil Young o una canción infantil de más de 100 años («This Old Man»). O, antes de plantarlo, ate globos a su tallo para ver si flota, a la manera del animado Ed Asner y su casa en la película «Up». Si algún cactus pudiera representar al actor Christopher Lloyd, sería éste. Sólo hay que quitarle algunos pelos de la parte superior y voilá: El cactus Doc Brown. Pero, ¿puede conducir (no digamos volar) un DeLorean?

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