El tratamiento de la esclerodermia depende de la salud general de su hijo y de la gravedad de la enfermedad. El tratamiento puede incluir:

Medicación: el equipo médico de su hijo puede recomendar medicamentos como antiinflamatorios no esteroideos (AINE) o corticosteroides para aliviar el dolor; penicilamina para ralentizar el proceso de engrosamiento y retrasar el daño a los órganos internos; o medicamentos inmunosupresores.

Protección de la piel: puede utilizarse un bloqueador solar o un acolchado protector para proteger la zona afectada.

Fisioterapia: pueden utilizarse la fisioterapia y el ejercicio para mantener la fuerza muscular.

Cirugía: el tratamiento quirúrgico puede consistir en la transferencia de grasa mediante inyección o la escisión de parches aislados de tejido anormal. En la técnica de transferencia de grasa, la grasa se aspira de otra parte del cuerpo, se limpia y se reinyecta en el tejido bajo la piel para añadir volumen, contorno y forma. Se trata de un procedimiento mínimamente invasivo y, por lo general, puede realizarse de forma ambulatoria.

Si se trata de grandes zonas de piel descolorida e irregular, la opción de tratamiento preferida puede ser la escisión directa del tejido anormal con el cierre de la piel normal adyacente. Aunque este procedimiento puede dejar una cicatriz, ésta suele ser menos perceptible que la deformidad existente. Este procedimiento también suele realizarse de forma ambulatoria, y su hijo puede volver a casa el mismo día.

En caso de atrofia grave, pueden transferirse grandes cantidades de tejido a la zona afectada mediante técnicas microquirúrgicas. Este tejido transferido suele proceder del tronco o de las piernas. El tejido puede colocarse en profundidad para añadir volumen, más cerca de la superficie de la piel para sustituir la piel dañada, o ambas cosas.

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