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Tumores hepáticos benignos
Los tumores hepáticos benignos (no cancerosos) son comunes. No se extienden a otras zonas del cuerpo y no suelen suponer un riesgo grave para la salud. De hecho, en la mayoría de los casos, los tumores hepáticos benignos no se diagnostican porque no causan síntomas. Cuando se detectan, suele ser porque la persona se ha sometido a pruebas médicas de imagen, como una ecografía, una prueba de TAC o una RMN, por otra afección.
Los tres tipos más comunes de tumores hepáticos benignos son los hemangiomas, las hiperplasias nodulares focales y los adenomas hepatocelulares. Rara vez alguna de estas afecciones requiere tratamiento.
Los hemangiomas, la forma más común de tumores hepáticos benignos, son masas de vasos sanguíneos anormales. Hasta el 5 por ciento de los adultos en Estados Unidos pueden tener pequeños hemangiomas en el hígado. Las mujeres son más propensas que los hombres a desarrollarlos. Por lo general, estos tumores benignos no producen síntomas y no necesitan ser tratados. Cuando se producen síntomas, suelen estar causados por el tamaño del tumor y/o la proximidad a otros órganos. En estos casos, puede estar indicada la intervención quirúrgica.
Las Hiperplasias Nodulares Focales o FNH, son la segunda forma más común de tumores hepáticos benignos. Estos tumores no causan síntomas ni requieren tratamiento. Suelen aparecer en mujeres de entre 20 y 30 años. Al igual que otras formas de tumores hepáticos benignos, suelen descubrirse durante las pruebas de imagen de otras enfermedades. En casos muy raros, si son grandes o causan dolor, puede recomendarse su extirpación quirúrgica.
Los adenomas hepatocelulares son tumores hepáticos benignos menos frecuentes. Se dan con mayor frecuencia en mujeres en edad fértil y se han relacionado con el uso de anticonceptivos orales, en los que se utilizaban dosis más altas de estrógenos. Como estos tumores no suelen dar síntomas, la mayoría no se detectan y rara vez causan problemas. Los adenomas hepatocelulares pueden crecer en las mujeres que toman píldoras hormonales, por lo que los médicos suelen aconsejar que se suspendan las píldoras anticonceptivas o las hormonas para evitar que sigan creciendo. El objetivo de este tratamiento es reducir el tamaño del tumor, pero si esto no ocurre, puede estar indicada la cirugía.