El objetivo suele ser centrar la atención del espectador en el tema, pero los fines y los medios quedan en última instancia a discreción del artista. Se consigue manipulando el punto de vista de la imagen, más que el objeto o los objetos que contiene.
El encuadre, especialmente en las artes fotográficas, tiene que ver principalmente con la posición y la perspectiva del espectador. La posición del observador tiene un tremendo impacto en su percepción del sujeto principal, tanto en términos de estética como en su interpretación de su significado.
Por ejemplo, si el observador se colocó muy lejos de un sujeto solitario en una imagen, el espectador recogerá más información sobre el entorno y el porte de los sujetos, pero muy poco en términos de emociones. Si el escenario estuviera en medio de una llanura, el espectador podría percibir una sensación de soledad o de que el sujeto está perdido, porque el propio espectador no puede encontrar ninguna pista visual para orientar la ubicación del sujeto. Si se colocan algunos elementos de primer plano delante del espectador, oscureciendo parcialmente el sujeto, el espectador adoptaría la posición de un observador invisible. Especialmente si el artista opta por insinuar una intención maliciosa, un miembro del público podría sentirse incómodo mirando a través de los ojos de un acosador.