Julio 2018
Autor: Malka Main
En los últimos años, los medios de comunicación han dramatizado los hallazgos de la investigación sobre la asociación entre el envolvimiento y la muerte infantil relacionada con el sueño. Algunos sugieren que envolver a los niños aumenta el riesgo, mientras que otros insinúan que lo reduce. Los expertos de la Academia Americana de Pediatría (AAP) afirman que no hay pruebas suficientes para recomendar formalmente el envolvimiento, pero todos los que trabajan con bebés y sus familias deberían incluir el envolvimiento en las conversaciones sobre prácticas de sueño seguro.1,2
1) El envolvimiento debe combinarse siempre con el ABC del sueño seguro. La muerte súbita e inesperada del lactante (SUID) asociada a los pañales es poco frecuente. Sin embargo, los riesgos potenciales son menores cuando los bebés se acuestan solos (sin otras personas, mantas u objetos), boca arriba y en una cuna (u otra superficie aprobada para dormir por separado).3,4,5
2) El envolvimiento debe terminar cuando el bebé tenga unos 2 meses de edad. Los riesgos de envolver al bebé superan los beneficios una vez que aprende a darse la vuelta. Los expertos sugieren que los cuidadores dejen de envolver a sus bebés mucho antes de que desarrollen esta habilidad.2 Aunque parezca difícil de creer, los bebés de tan sólo ocho semanas de edad pueden utilizar la parte superior de su cuerpo y su cabeza para cambiar de posición y girar sobre su estómago incluso cuando están bien envueltos.3 Los bebés envueltos boca abajo corren un riesgo doce veces mayor de sufrir el SMSL que un bebé sin envolver en la misma posición.5
3) El envolvimiento puede contribuir al sobrecalentamiento, un factor de riesgo conocido para el SMSL.5,6 En climas más cálidos o entornos con calefacción, los cuidadores deben reducir la posibilidad de sobrecalentamiento vistiendo al bebé con menos capas y eligiendo una manta ligera.1,5 Signos de sobrecalentamiento: respiración acelerada, sarpullido por el calor, pelo húmedo o tez enrojecida.7
4) El ajuste de la manta debe ser lo suficientemente flojo como para que quepan unos cuantos dedos entre la manta y el pecho del bebé.2,7 Una manta demasiado apretada puede restringir la respiración, pero una demasiado floja puede deshacerse y poner al bebé en riesgo de asfixia.3,5 Los cuidadores pueden evitar esto comprando frazadas con broches o velcro o pueden seguir los seis pasos de la AAP para envolver al bebé de forma segura (infografía cortesía de Allina Health).