Para disfrutar realmente de un Maine Windjammer, hay que practicar el arte de viajar despacio sin preocuparse de nada en absoluto. Los cruceros Windjammer son la forma perfecta de hacerlo.
Estos barcos de aparejo tradicional ofrecen todo tipo de formas de divertirse y relajarse. La diversión está en la navegación del barco. Una vez a bordo, la tripulación le invitará a ayudar a izar las velas, sacar el ancla del fondo del mar e incluso a dirigir el barco. ¿Te sientes perezoso? Tampoco pasa nada. Dirígete a la cocina y coge esa tortita de más. Sube a cubierta esa segunda -no, tercera- taza de café con tu nueva novela. Estírate junto a un barco vacío. Observa cómo la brisa agita las velas. Cuenta las aves marinas.
Ahhh.
¿Ya te has perdido la oficina? No lo creemos.
Hace más de 80 años, el capitán Frank Swift popularizó los cruceros por Maine. Convirtió algunas goletas de carga envejecidas en cruceros costeros que transportaban pasajeros en excursiones. Tardó un tiempo, pero el negocio se puso de moda. En la actualidad, los barcos de viento recorren todo Maine en viajes que duran desde varias horas hasta más de una semana. Los cruceros especializados ofrecen a la gente la oportunidad de navegar mientras tejen, tocan música o estudian fotografía.
Los windjammers siguen siendo generalmente goletas. Algunos son barcos de carga o de pesca retirados. Otros son viejos barcos de carreras con aparejo tradicional. Unos pocos son barcos más nuevos construidos para el comercio. A diferencia de los grandes cruceros, los barcos de viento tienen literas y camarotes acogedores, no camarotes monstruosos y buffets de 24 horas. Los windjammers son leñosos y compactos bajo cubierta. La tripulación y los invitados viven y trabajan en espacios reducidos. La cocina y los comedores del barco son como la cocina de su casa: todo el mundo se relaciona allí.
A pesar de estas excentricidades -o, tal vez, debido a ellas- los barcos de viento prosperan en Maine. Cada año, más aventureros descubren sus encantos. Muchos veteranos vuelven a navegar en el mismo barco, a menudo año tras año. Porque una vez que se ha descubierto el fino arte de la navegación a vela, también se descubre que mejora con la práctica.