Nunca ha habido información tan amplia y variada sobre alimentación como en la actualidad. No obstante, cada día existe una incidencia mayor de sobrepeso u obesidad, indiferentemente de la edad, latitud o sexo. Una verdadera epidemia de obesidad.

Ello evidencia pautas de alimentación desequilibradas en cantidad de calorías y en calidad de nutrientes, respecto a la actividad física que requeriría esa ingesta incrementada.

La mayoría de las veces comemos y bebemos en demasía, no por ignorancia –facil ésta de solucionar preguntando a un médico informado sobre nutrición- sino por ansia, pero ¿por qué esa desmedida ansia o falta de control en comer, beber o picotear?

La respuesta está en la humana tendencia a compensar plácidamente y de manera instintiva las incomodidades cotidianas que alteran la bioquímica cerebral del trabajo, disgustos o responsabilidades cotidianas. El sofá y los alimentos, o las bebidas, son los lícitos refugios; sin embargo, pueden transformarse en unos cómplices insanos.

La solución es sencilla inicialmente. Si fuera necesario:

  • Beber agua antes de tener sed. ¡Agua es el primer nutriente de la lista!
  • La huerta debe ser la base de una alimentación diaria moderna. Frutas, verduras de hoja verde o no, frutos de huerta (tomate, pepino, pimientos…), tubérculos (patatas, zanahorias, remolacha…), legumbres, frutos secos… aportan mucha fibra, antioxidantes, agua, minerales y vitaminas. La vitamina C y la provitamina A solo se obtienen en cantidades apreciables a través de productos de huerta.
  • Corrige los excesos compensando con coherencia.
  • Reduce los alimentos ricos en grasas animales (embutidos, quesos curados, patés, mantequillas, tocino…), frituras, patatas fritas y margarinas.
  • Reduce los alimentos ricos en cereales refinados (pan, arroz, pasta, pastelería) ,pastelería, bollería, azúcares y miel. Incrementa en su lugar alimentos integrales y patatas.
  • Aumenta el consumo de legumbres con poca grasa o aceite (lentejas, guisantes, garbanzazos, habichuelas, soja).
  • Aumenta el consumo de pescado azul y blanco. Las conservas de caballa, melva, atún, bonito, sardinas y salmón son alimentos/medicamentos por su gran contenido en aceites omega 3 y ácidos nucleicos.
  • Control de aceites vegetales. Son buenos –sobre todo el de oliva- pero de gran contenido calórico.
  • Mantén un consumo adecuado de carnes poco grasas (pollo, pavo, ternera, vaca…), jamones y lacones magros, huevos, y lácteos frescos. Yogures naturales desnatados, especialmente recomendados.
  • Paseo diario de 30 minutos, tan ineludible como la buena alimentación. Mejor tras la comida. Si practicas deporte, mejor.
  • Cuida el ánimo. La distracción sana es tan importante como el comer.
  • Reduce la ingesta de alcohol (cerveza, vino, licores), refrescos (permitidos los denominados «light») y helados.
  • Lee las etiquetas de los alimentos con los contenidos en calorías y nutrientes (hidratos de carbono, proteínas, grasas –mejor las insaturadas-, vitaminas y minerales –poca sal-). Desechar los alimentos sin información adecuada.
    Una dieta equilibrada (50% entre huerta y cereales; 25% de proteínas y 25% de grasas), una media calórica de 1500 – 2500 kcal diarias según sexo y edad, una actividad física diaria moderada, más una descarga y cuidado emocional adecuados, son la base de un bioestilo, el cual desarrolla cerebro y articulaciones muy ágiles.

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