Los espíritus a los que puede acceder un chamán pueden ser tanto malévolos como benévolos. El chamán se considera el intermediario entre los espíritus y el mundo humano, y se cree que puede comunicarse con los espíritus de los difuntos. En algunas prácticas chamánicas, el chamán puede llevar a cabo rituales como tocar el tambor, cantar, bailar o trabajar con hierbas para alcanzar un estado de éxtasis espiritual o religioso y, al hacerlo, entrar en comunión con los espíritus de los difuntos.
Típicamente, el chamán se esforzará por curar dolencias o enfermedades trabajando en el alma del individuo. Pueden tratar de aliviar el trauma del espíritu o del alma, que se cree que tiene un impacto en la salud física del individuo, o pueden llamar a sus guías espirituales para que realicen actos de curación.
Debido al papel del chamán en el tratamiento de las dolencias emocionales y físicas, así como en la comunicación con los difuntos, algunos han sugerido que el papel del chamán es, en parte, ayudar a los miembros de su comunidad a gestionar su dolor y duelo.