«La envidia consiste en no ver las cosas en sí mismas, sino sólo en sus relaciones. Si deseas la gloria, puedes envidiar a Napoleón, pero Napoleón envidió a César, César envidió a Alejandro, y Alejandro, me atrevo a decir, envidió a Hércules, que nunca existió.»
Bertrand Russell

«La envidia es el arte de contar las bendiciones del otro en lugar de las tuyas.»
Harold Coffin

La envidia puede ser como un pequeño demonio en tu hombro que te susurra palabras al oído, te rechina el alma y convierte la vida en algo que suele estar lleno de sufrimiento y mucha negatividad.

O la envidia puede ser simplemente algo que te irrita y te distrae de vez en cuando.

En cualquier caso, no tiene por qué ser así. Si quieres, al menos puedes minimizarla en tu vida.

Para que puedas pasar tu tiempo aquí en un espacio mental más ligero y feliz.

Considérate a ti mismo cuando se trata de comparar.

Comparar lo que tienes con lo que tienen los demás es una buena manera de hacerte sentir miserable.

Alimenta tu ego cuando te compras un coche más bonito o consigues un trabajo mejor que otro. Te sientes muy bien durante un tiempo.

Pero esta mentalidad y el enfoque en la comparación siempre termina en que te fijas en alguien que tiene más que tú. Ese alguien tiene un trabajo o un coche aún mejor que el tuyo.

Y entonces ya no te sientes tan bien.

La cosa es que siempre hay alguien con mejor o más que tú. Así que nunca puedes «ganar». Sólo te sientes bien durante un tiempo y luego ya no.

Una forma más útil de comparar es simplemente compararte contigo mismo.

Mira cómo has crecido y lo que has conseguido. Aprecia lo que has hecho y lo que tienes.

Ve lo lejos que has llegado y lo que planeas hacer.

Esto te hará ser más positivo y emocionalmente estable ya que ya no estás comparando y sintiendo envidia de lo que el otro tiene que tú no tienes.

Da las gracias por lo que tienes.

Además de compararte contigo mismo puede ser útil añadir un ejercicio de gratitud regular a tu vida para minimizar la envidia.

Así que tómate sólo dos minutos de tu día para centrarte en estar agradecido por todas las cosas que tienes. Haz una lista de ellas en tu cabeza o escríbelas en un diario al principio o al final del día.

Desarrolla una mentalidad de abundancia.

La envidia a menudo parece provenir de una escasez percibida en algún área de tu vida.

Tal vez sientas envidia porque otra persona consiguió el trabajo que tú querías. O porque otra persona ha conseguido la oportunidad que tú esperabas.

Tal vez sientas envidia porque tienes miedo de perder algo y sientes que si lo haces has tocado fondo.

Enfocar tu mente en la escasez puede realmente fastidiar tus pensamientos, tus sentimientos y tu vida. Puede causar emociones negativas mucho más fuertes de lo que es realmente razonable.

Y hace que te quedes realmente atrapado en la envidia, intensificándola, haciéndola más fuerte y duradera al alimentarla con más pensamientos y energía emocional.

Para salir de esta mentalidad confinante y destructiva puedes elegir centrarte en las oportunidades y en las nuevas posibilidades. Puedes desarrollar una mentalidad de abundancia.

Siempre hay nuevas oportunidades de negocio que encontrar, nuevos exámenes en la escuela que hacer y nuevas personas con las que salir/hacer amigos.

Esta forma de pensar alivia gran parte de la presión que puedes sentir si tienes una mentalidad de escasez que te hace pensar que sólo tienes esta oportunidad ahora mismo.

O te hace sentir como un completo fracaso sólo porque acabas de tropezar y las cosas no han funcionado esta vez.

Así que mantén tu enfoque constante en las oportunidades, en las nuevas oportunidades, en lo que puedes aprender de tus fracasos lo mejor que puedas en lugar de confinar tu mente y tu vida.

A veces es difícil hacerlo día a día, pero es aún más difícil a largo plazo vivir una vida en la que no mantienes ese enfoque positivo.

Piensa en qué te beneficia.

He descubierto que esto es útil en muchos casos cuando tengo pensamientos negativos o cuando me estoy comportando de forma poco útil.

Básicamente, me pregunto: ¿Qué gano yo? Y cada vez que vuelvo a caer en ese espacio mental y comportamiento negativo me recuerdo esta pregunta y la respuesta.

Esto me refuerza el sinsentido de lo que estoy pensando. Y a menudo pienso para mí mismo: «Oh, estoy siendo estúpido otra vez. Es hora de centrarme en algo útil/divertido/positivo».

Ahora bien, hay aspectos positivos de ser envidioso que pueden hacer que sea difícil dejar de serlo.

Cuando eres envidioso puede que no te arriesgues ni vayas a lo desconocido. Sólo juzgas a las personas que se han arriesgado desde la seguridad de la barrera.

Sentir envidia también puede hacerte sentir como una víctima. Esa mentalidad puede sonar muy poco atractiva para que alguien la quiera.

Pero en realidad te aporta atención y validación porque siempre puedes obtener buenos sentimientos de otras personas ya que se preocupan por ti y tratan de ayudarte.

Y no tienes que asumir la a veces pesada responsabilidad. Asumir la responsabilidad de tu propia vida puede ser un trabajo duro, tienes que tomar decisiones difíciles y es simplemente pesado a veces.

Cuando estés preparado para dejar de lado esa seguridad y esos aspectos positivos un tanto extraños, será más fácil cambiar tu forma de actuar y de pensar sobre las cosas.

Consigue una vida.

Simple y quizás el mejor consejo en mi opinión.

Si te encuentras demasiado tiempo sin hacer nada, es muy fácil que te sientas estancado y te quedes atrapado en bucles de pensamiento y entres en una espiral descendente.

Simplemente llenando tu vida con más actividades y personas divertidas y con las cosas que quieres de la vida, no tendrás tiempo ni motivos para sentir envidia. Otros beneficios de conseguir una vida es que te vuelves mucho más relajado y menos propenso a reaccionar de forma exagerada por las pequeñas cosas.

Así que pasa menos tiempo analizando la vida y más tiempo viviéndola y explorándola de la forma que quieras.

Imagen de Florencia Cárcamo (licencia).

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