John Sottery, presidente de IMS, Inc. y uno de los principales investigadores de protectores solares, ofrece la siguiente explicación:
La luz solar natural contiene, entre otras cosas, fotones ultravioleta (UV). Estos fotones tienen una longitud de onda más corta y una mayor energía que la luz visible. Al estar fuera del espectro visible, el ojo humano no puede percibirlos. Sin embargo, cuando se trata de la exposición al sol, lo que no puede ver le hará daño. Cuando estos fotones de alta energía inciden en la piel, generan radicales libres y también pueden dañar directamente el ADN. A corto plazo, este daño inducido por los rayos UV puede producir una dolorosa quemadura; a largo plazo, provoca el envejecimiento prematuro de la piel, así como millones de nuevos casos de cáncer de piel cada año.
Los rayos UV a los que estamos expuestos aquí, en la superficie de la Tierra, consisten en fotones UVB y UVA. Los rayos UVB de longitud de onda más corta no penetran profundamente en la piel; causan daños importantes en el ADN y son la causa principal de las quemaduras solares y del cáncer de piel. Los rayos UVA, de mayor longitud de onda, penetran en las capas más profundas de la piel, donde producen radicales libres. La exposición a los rayos UVA se ha relacionado con el envejecimiento prematuro de la piel y con problemas inmunológicos.
Un producto de protección solar actúa como un chaleco antibalas muy fino, deteniendo los fotones UV antes de que puedan llegar a la piel e infligir daños. Contiene moléculas orgánicas de protección solar que absorben los rayos UV y pigmentos inorgánicos que absorben, dispersan y reflejan los rayos UV. Para ofrecer un alto nivel de protección, un producto de protección solar debe tener cantidades suficientes de estos agentes protectores y debe desplegarlos de forma óptima sobre los picos y valles de la piel.
El término FPS que aparece en las etiquetas de los protectores solares significa Factor de Protección Solar, pero en realidad es un factor de protección contra las quemaduras solares. Los productos con un FPS más alto permiten que menos fotones que producen quemaduras solares incidan en la piel. En términos sencillos, se puede considerar que un protector solar con FPS 10 permite que 10 de cada 100 fotones lleguen a la piel y que un producto con FPS 20 permite que sólo 5 de cada 100 fotones lleguen a la piel. Dado que las quemaduras solares son principalmente un efecto de los rayos UVB, es posible que un producto de protección solar ofrezca un FPS alto y permita que un porcentaje significativo de los fotones UVA incidentes lleguen a la piel. Para ofrecer una verdadera protección de amplio espectro, los productos deben bloquear también una fracción significativa de los fotones UVA. En el mercado estadounidense, esto requiere que los productos contengan niveles significativos de óxido de zinc, avobenzona o dióxido de titanio.
En el caso de las camas de bronceado, la producción de rayos UV difiere de una cama a otra, pero generalmente contiene menos UVB y bastante más UVA que la luz solar natural. Esto hace que se produzcan menos quemaduras solares y más bronceado. Sin embargo, a largo plazo, los rayos UVA hacen mella en la piel. Por lo tanto, las camas de bronceado no representan una opción de bronceado segura.
Respuesta publicada originalmente el 7 de mayo de 2001