En los años 70, la escena hippie se puso fea a medida que más y más miembros de la contracultura empezaron a drogarse y a inyectarse speed. Las bandas de motoristas, como los Hell’s Angels, eran famosas por producir anfetaminas utilizando un producto químico que normalmente se usa para limpiar piscinas: la fenil-2-propanona, o P2P.
En 1980, el P2P se puso bajo control federal. El razonamiento era que la eliminación en la calle de este precursor químico necesario para la producción de anfetaminas pondría de rodillas al comercio de speed ilegal. El problema -o, según el punto de vista, la solución- surgió con bastante rapidez, como la mayoría de las veces en el mundo de los cocineros de speed de alto vuelo que no tienen más que tiempo y energía nerviosa para encontrar nuevas formas de cocinar crank.
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Se descubrió que el speed podía hacerse utilizando efedrina fácilmente disponible. Sin embargo, este descubrimiento trajo consigo una sorpresa: este speed no era anfetamina, sino metanfetamina, y era dos veces más fuerte que su ancestro derivado del P2P.
Dos hermanos mexicanos, Jesús y Luis Amezcua, decidieron hacer un cambio de carrera a finales de los años ochenta. En lugar de seguir el camino de los traficantes de cocaína de poca monta, empezaron a importar efedrina pura de los laboratorios extranjeros que la producían. La audacia de este plan hizo que se pasara por alto como forma de obtener los ingredientes necesarios para la metanfetamina. A mediados de la década de 1990, los Amezcua eran responsables de cerca del 80% de la metanfetamina que circulaba por las calles de Estados Unidos. La abundancia del producto dio lugar a una forma muy pura de metanfetamina, lo que provocó un aumento de la delincuencia, de las visitas a los servicios de urgencias, de los abusos infantiles relacionados con las drogas y de las estancias en centros de rehabilitación por orden judicial o de forma voluntaria.
Los Amezcua cubrieron sus huellas al no enviar nunca la efedrina a Estados Unidos o a través de él. En su lugar, la enviaban desde un punto de origen, como la India, a México, y luego dividían el gran cargamento en cantidades más pequeñas que podían ser transportadas a varios laboratorios en México y América. Un envío de 3,4 toneladas métricas (3,7 toneladas) de efedrina fue desviado por un agente de transporte europeo a través de América de camino a Ciudad de México y descubierto por los agentes de aduanas estadounidenses. Tras darse cuenta del alcance de esta operación, las autoridades estadounidenses se pusieron en contacto con los países con laboratorios de producción de efedrina para persuadirlos de que adoptaran controles y normas de exportación más estrictos. Este cambio marcó la diferencia, pero sólo durante un tiempo, porque cuando se trata de metanfetamina, siempre hay una solución.