Nuestros Frenchies son nuestras mascotas, y son miembros de nuestra familia. Uno de los beneficios de tener nuestros perros es compartir la alegría que nos dan con los demás. Es un placer ver que los cachorros van a hogares donde serán queridos y apreciados.
Los Bulldogs Franceses pueden parecer duros por fuera, pero por dentro son adorablemente suaves, cariñosos y fáciles de llevar. Estos perros propagan el buen rollo allá donde van. Extrovertidos y abiertos, nada les gusta más que acurrucarse en el sofá, retozar en la alfombra o jugar en el patio. Con una energía ilimitada (durante unos 20 minutos), a veces no saben cuándo (o cómo) parar sus motores. Entonces llega la hora de una siesta de dos horas. Pero, con un Frenchie, las cosas nunca se salen de control. Rara vez pierden la calma, chasquean o ladran. Simplemente quieren revolcarse y jugar. Son ideales para los apartamentos y la vida en la ciudad, los Bulldogs franceses pueden lidiar con espacios reducidos y saben cómo encender el encanto con la gente nueva. Todo el mundo es de la familia a menos que desde que alguien está tratando de hacer daño a su familia humana entonces, y sólo entonces, van a protestar con ladridos furiosos. Los Bulldogs franceses son compañeros agradables y sociables con pocos defectos. Lo peor que se puede decir de ellos es que pueden roncar, y uno se acostumbra rápidamente a ello. Son perros orientados a las personas que anhelan la atención y la interacción.