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Uno de los mayores problemas que tienen los hombres cuando se inician en la disciplina doméstica es dar unos azotes efectivos. Azotar demasiado fuerte, pero no lo suficientemente largo, no le da a su cerebro el tiempo suficiente para absorber la razón por la que está siendo azotada. Al gastar tanto esfuerzo físico en una hembra frágil, estás dando a entender que la ves como una amenaza. No intentarías matar a una hormiga con un oozie, así que ¿por qué ibas a tratar a tu chica como si fuera un gorila que acaba de escapar del zoo?
Debajo de todo su resoplido y su lengua afilada, sigue siendo sólo una chica.
Cuando la pones sobre tus rodillas y le das una paliza en el culo, estás usando la cantidad de fuerza apropiada para la situación. Al ponerla en una posición sumisa y castigarla de la misma manera que un padre castiga a un niño rebelde, la estás infantilizando, imprimiendo en ella su posición adecuada en la vida. Si quiere comportarse como una niña, la tratarás como una niña. Si quiere ser tratada como una adulta, tendrá que ponerse las bragas de niña grande y dejar de ser tan mocosa.
Tienes que hacerla llorar. Punto.
Para las chicas, las emociones son como el semen, y si pasan demasiado tiempo sin algún tipo de liberación, comienzan a volverse locas lentamente. Empezando peleas, creando drama, mal humor y mal humor. ¡Mocosas! No sólo eso, muchas chicas crearán drama y comenzarán discusiones contigo como una forma de conseguir que les prestes atención, la misma razón por la que un niño descuidado se desvivirá por causar problemas. «Si no me pega cuando rompo las reglas, significa que no me quiere»
Apuesto a que la tasa de divorcios se reduciría a la mitad de la noche a la mañana si los hombres se limitaran a dar a sus esposas algún que otro golpe. Azotar a una chica hasta que empiece a llorar le da la liberación que está buscando, en un ambiente que es mentalmente saludable para ella. Su cerebro se reinicia y su deseo de desafiarte se elimina; sus únicos pensamientos girarán en torno a cómo servirte mejor. Además, si le das una nalgada por infracciones específicas, la programarás gradualmente para que deje de hacer cosas que te desagradan, de la misma manera que un niño aprende por qué meter un tenedor en una toma de corriente no es inteligente.
Si se levanta de tu regazo riendo, riéndose o sin limpiarse un año de la cara, lo estás haciendo mal. Al menos al principio. Tienes que demostrarle quién manda. Nunca permitas que ella dicte o se escabulla para evitar una nalgada o un castigo más corto. Tú eres el jefe!