Un neurólogo y psiquiatra alemán, afligido por la prematura pérdida de su esposa, se lanza a la investigación de la depresión maníaca y la esquizofrenia. Se entera de que una mujer cercana, de 51 años, sufre una inexplicable y rápida pérdida de memoria a corto plazo y comportamientos extraños. Su caso se convierte rápidamente en su obsesión y conduce a un descubrimiento que alteró la historia de la medicina para siempre. Podría ser el argumento de una miniserie de la PBS, ¿verdad? Esta es la historia real del hombre al que se le atribuye el descubrimiento de la enfermedad de Alzheimer, el Dr. Alois Alzheimer (1864-1915).

Nacido y criado en el sur de Alemania, el Dr. Alzheimer se licenció en medicina en 1887 y completó su residencia en el Hospital para Enfermos Mentales y Epilépticos de Frankfurt. Su trabajo posdoctoral se centró en la función de la corteza cerebral y la neuropatología, el estudio de las enfermedades cerebrales. En 1901, el año en que murió su esposa, Alzheimer entró en contacto con Auguste Deter, una mujer de 51 años que se estaba deteriorando rápidamente a pesar de los esfuerzos de los médicos por tratar sus alucinaciones, paranoia y precipitada pérdida de memoria. Aunque sus investigaciones le obligaron a trasladarse a otra ciudad, Alzheimer continuó vigilando de cerca el estado de Deter mientras seguía buscando respuestas a la epilepsia y otros trastornos cerebrales.

Cuando Deter murió a los 55 años, Alzheimer pidió que su cerebro fuera enviado a su laboratorio en Múnich, donde podría realizar un examen exhaustivo. Tras su disección, Alzheimer descubrió un importante encogimiento de la corteza cerebral, la zona implicada en la memoria, el lenguaje, el juicio y el proceso de pensamiento en general. También encontró múltiples aglomeraciones anormales -que ahora se denominan placas amiloides-, así como los haces enmarañados que ahora llamamos ovillos neurofibrilares o tau. Mientras que las placas amiloides ya se habían observado antes en sujetos de edad avanzada, la descripción y el análisis de los ovillos tau por parte de Alzheimer no tenían precedentes.

Presentó sus hallazgos en 1906, refiriéndose por primera vez a una «enfermedad particular de la corteza cerebral»; el jefe de Alzheimer fue quien dio el nombre de su protegido a esta demencia senil avanzada. Aparte del descubrimiento en sí, lo que es verdaderamente notable es que la visión patológica actual del Alzheimer no difiere drásticamente de la suya, lo que demuestra lo avanzada que era su visión.

Para saber más sobre este increíble científico, diríjase al Centro de Investigación de la Asociación de Alzheimer.

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