El profesor Yiannis Samaras y la doctora Effimia Eriotou, del Instituto Tecnológico Educativo de las Islas Jónicas, en Grecia, que dirigieron la investigación, probaron la actividad antimicrobiana de ocho aceites esenciales de plantas. Descubrieron que el aceite esencial de tomillo era el más eficaz y era capaz de eliminar casi por completo las bacterias en 60 minutos.
Los aceites esenciales de tomillo y canela resultaron ser agentes antibacterianos especialmente eficaces contra una serie de especies de estafilococos. Las cepas de estas bacterias son habitantes comunes de la piel y algunas pueden causar infecciones en individuos inmunocomprometidos. Las cepas resistentes a los medicamentos, como el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM), son extremadamente difíciles de tratar. «Los aceites esenciales no sólo son una opción de tratamiento barata y eficaz para las cepas resistentes a los antibióticos, sino que la disminución del uso de antibióticos ayudará a minimizar el riesgo de que aparezcan nuevas cepas de microorganismos resistentes a los antibióticos», afirmó el profesor Samaras.
Los aceites esenciales son conocidos desde hace cientos de años por sus propiedades terapéuticas, aunque todavía se sabe muy poco sobre cómo ejercen sus efectos antimicrobianos en el ser humano. Los aborígenes australianos utilizaban el aceite del árbol del té para tratar resfriados, dolores de garganta, infecciones cutáneas y picaduras de insectos, y el remedio se vendía comercialmente como antiséptico medicinal desde principios del siglo XX. Varios estudios científicos han demostrado que los aceites esenciales no sólo se toleran bien, sino que son eficaces contra una serie de especies bacterianas y fúngicas. Se ha demostrado su valor terapéutico para el tratamiento de diversas afecciones, como el acné, la caspa, los piojos y las infecciones orales.
El equipo griego cree que los aceites esenciales podrían tener diversas aplicaciones médicas e industriales. «Los aceites -o sus ingredientes activos- podrían incorporarse fácilmente a cremas o geles antimicrobianos de aplicación externa. En la industria alimentaria ya se ha probado con éxito la impregnación de envases alimentarios con aceites esenciales. También podrían incluirse en los alimentos para sustituir a los productos químicos sintéticos que actúan como conservantes», señalaron.